sábado, septiembre 30, 2017

El hombre imaginario - Nicanor Parra

El hombre imaginario
vive en una mansión imaginaria
rodeada de árboles imaginarios
a la orilla de un río imaginario

De los muros que son imaginarios
penden antiguos cuadros imaginarios
irreparables grietas imaginarias
que representan hechos imaginarios
ocurridos en mundos imaginarios
en lugares y tiempos imaginarios

Todas las tardes imaginarias
sube las escaleras imaginarias
y se asoma al balcón imaginario
a mirar el paisaje imaginario
que consiste en un valle imaginario
circundado de cerros imaginarios.

Sombras imaginarias
vienen por el camino imaginario
entonando canciones imaginarias
a la muerte del sol imaginario.

Y en las noches de luna imaginaria
sueña con la mujer imaginaria
que le brindó su amor imaginario
vuelve a sentir ese mismo dolor
ese mismo placer imaginario
y vuelve a palpitar
el corazón del hombre imaginario.

viernes, septiembre 29, 2017

Hora de la ceniza - Roque Dalton

Finaliza septiembre. Es hora de decirte
lo difícil que ha sido no morir.


Por ejemplo, esta tarde
tengo en las manos grises
libros hermosos que no entiendo,
no podría cantar aunque ha cesado ya la lluvia
y me cae sin motivo el recuerdo
del primer perro a quien amé cuando niño.

Desde ayer que te fuiste
hay humedad y frío hasta en la música.
Cuando yo muera,
sólo recordarán mi júbilo matutino y palpable,
mi bandera sin derecho a cansarse,
la concreta verdad que repartí desde el fuego,
el puño que hice unánime
con el clamor de piedra que exigió la esperanza.

Hace frío sin ti. Cuando yo muera,
cuando yo muera
dirán con buenas intenciones
que no supe llorar.
Ahora llueve de nuevo.
Nunca ha sido tan tarde a las siete menos cuarto
como hoy.

Siento deseos de reír
o de matarme.

jueves, septiembre 28, 2017

Amor - Edith Södergran

Mi alma era un traje celeste como el cielo;
lo dejé sobre una roca junto al mar
y desnuda llegué hasta ti y parecía una mujer.
Y como mujer me senté a tu mesa
y brindé con vino y aspiré el aroma de unas rosas.
Me encontraste bella y semejante a alguien que en sueños viste,
olvidé todo, olvidé mi infancia y mi patria,
sólo sabía que tus caricias me tenían cautiva.
Y tú, sonriendo, tomaste un espejo y dijiste que me mirara.
Vi que mis hombros estaban hechos de polvo y se desmoronaban,
vi que mi belleza estaba enferma y ahora sólo quería desaparecer.
Oh, aférrame entre tus brazos, tan fuertemente
que ya no necesite nada más.

miércoles, septiembre 27, 2017

Palabras - Anne Sexton

Palabras
Ten cuidado con las palabras,
incluso con aquellas milagrosas.
Para las milagrosas hacemos lo mejor posible,
a veces se enjambran como insectos
y dejan no una picadura sino un beso.
Pueden ser tan buenas como los dedos.
Pueden ser tan confiables como la roca
sobre la que apoyas tu trasero.
Pero también pueden ser tanto margaritas como moratones.

*

Aún así, estoy enamorada de las palabras.
Son palomas que caen del techo.
Son seis naranjas sagradas posadas en mi regazo.
Son los árboles, las piernas del verano,
y el sol, su apasionado rostro.

*

Aún así, me fallan a menudo.
Tengo tanto de lo que quiero decir,
tantas historias, imágenes, proverbios, etc.
Pero las palabras no son lo suficientemente buenas,
las equivocadas me besan.
A veces vuelo como un águila,
pero con las alas de un gorrión.

*

Pero intento tener cuidado
y de ser suave con ellas.
Las palabras y los huevos deben ser tratados con cuidado.
Una vez rotos,
son cosas imposibles de reparar.

martes, septiembre 26, 2017

Homenaje al lenguaje - Eduardo Milán

Segunda parte

* ¿La ausencia es mi centro?
¿Ese centro lo llena la escritura?
¿No lo llenan Gabriela,
Leonora, Andrés y Alejandro?
¿Pedirles que llenen mi ausencia
-si la ausencia es mi ausencia-
no es pedirles que me sirvan de soporte
para no caer?
¿La tristeza que siento cuando los veo
no es la tristeza por quererlos mediado por mi ausencia?

*Si la ausencia es mi ausencia
estoy identificado con lo que no está.
Si estoy identificado con lo que no está
de alguna manera no estoy.
¿Cómo querer si no estoy?
¿Qué me puede hacer estar
para volver a querer a los que quiero
sin verlos como a la distancia,
sin poder acercarme a ellos?
¿La escritura puede hacerme estar?
¿Es la escritura la asunción de la ausencia?

*La ausencia es un dolor
vuelto vacío, es un cambio
de centro: un centro que ya no está fuera
sino adentro.
Escribir es permitir
que la ausencia crezca
en sus dominios internos, que vaya
por sus propios fueros. Escribir
es reconocer el adentro, es
verlo.
Pero es un adentro que sale, se asoma
a la ventana, revela la ausencia.

*Olvidé durante mucho tiempo
que la palabra es de adentro,
enamorado tal vez de tanto verla fuera,
de tanto mundo que insiste en que la palabra es de afuera,
como si la palabra sólo comunicara
cuando la palabra no sólo es lazo.
Una palabra condenada a celebrar
o a condenar el mundo,
una palabra del mundo
no puede durar mucho tiempo.

*Una parte de la palabra
debe permanecer en su adentro.
Una parte de la palabra es secreto.
No sé si para toda la poesía:
para estos poemas.
Esa parte de la palabra que es secreto
protege su adentro.
Es la parte vigilante de la palabra,
la parte de la palabra que no habla,
su parte guardián de la frontera.
Es la parte-silencio de la palabra
que ya no escuchamos
empeñados en que la palabra hable por completo.
Olvidamos -olvidé- que el hombre-palabra
tiene una parte silencio.
El pájaro es todo el pájaro
pero la palabra no es toda palabra ella,
es parte silencio y parte habla.
Este es el aviso de la palabra:
silencio-aguas.
Gracias a Gabriela que me dijo:
«olvida todo y ponte a escribir.»
Esto es más o menos sincero.

lunes, septiembre 25, 2017

El cerebro (poema 632) - Emily Dickinson

El cerebro es más ancho que el cielo
y si los pones juntos
El uno contendrá al otro
Holgadamente. Y a ti, además.

El cerebro es más hondo que el mar
Y si colocas ambos —azul contra azul—
El uno al otro absorberá
Como la esponja a la cubeta.

El cerebro pesa lo mismo que Dios
Y —si lo calculas— libra a libra
Hallarás la misma diferencia —si la hubiere—
Que separa a una sílaba de un sonido.

sábado, septiembre 23, 2017

No quiero convencer a nadie de nada - Jaime Sabines

No quiero convencer a nadie de nada. Tratar de convencer a otra persona es indecoroso, es atentar contra su libertad de pensar o creer o de hacer lo que le dé la gana. Yo quiero sólo enseñar, dar a conocer, mostrar, no demostrar. Que cada uno llegue a la verdad por sus propios pasos, y que nadie le llame equivocado o limitado. (¡Quién es quién para decir «esto es así», si la historia de la humanidad no es más que una historia de contradicciones y de tanteos y de búsquedas?)

Si a alguien he de convencer algún día, ese alguien ha de ser yo mismo. Convencerme de que no vale la pena llorar, ni afligirse, ni pensar en la muerte. "La vejez, la enfermedad y la muerte", de Buda, no son más que la muerte, y la muerte es inevitable. Tan inevitable como el nacimiento.

Lo bueno es vivir del mejor modo posible. Peleando, lastimando, acariciando, soñando. (¡Pero siempre se vive del mejor modo posible!)

Mientras yo no pueda respirar bajo el agua, o volar (pero de verdad volar, yo solo, con mis brazos), tendrá que gustarme caminar sobre la tierra, y ser hombre, no pez ni ave.

No tengo ningún deseo que me digan que la luna es diferente a mis sueños.

viernes, septiembre 22, 2017

Maurice Barrés

"Nada que hacer, nada que aprender, 
de quienes nos han conducido a la situación actual es caritativo ignorarles. 
Es sobre otras bases, con ideas totalmente diferentes 
que conviene volver a empezar"

martes, septiembre 19, 2017

Escribir - Helène Cixous

«La condición por la que comenzar a escribir se vuelve necesaria y posible: perder todo, haber una vez perdido todo. Y esta no es una “condición” pensable. Tú no puedes querer perder: si quieres, entonces hay un tú y hay querer, hay no-perdido. Escribir comienza sin ti, sin yo, sin ley, sin saber, sin luz, sin esperanza, sin lazo, sin nadie cerca de ti. Entonces, cuando lo has perdido todo, no hay más camino, no hay más sentido, no hay más signo fijo, no hay más suelo, no hay más pensamiento, cuando estás perdida, fuera de ti, y continúas perdiéndote, cuando devienes el movimiento enloquecedor de perderte, entonces es por ahí, desde ahí, donde eres trama despedazada, completamente abismada de otra, es en esos tiempos jadeantes cuando escrituras te atraviesan, brotan fuera de las gargantas de tus habitantes desconocidas, son gritos que la muerte y la vida arrojan al combatirse...—

lunes, septiembre 18, 2017

Somos la rana acostumbrada - Martín Caparrós

Fragmento de "La culpa es de nuestra generación", un genial texto de Martín Caparrós, pleno de confesones, a propósito de sus 60 años. Pueden leerlo completo en el New York Times.

«Cada vez más conductas anormales nos parecen normales: nos parece normal que tantos coman poco, que tantos vivan mal, que tantos mueran antes, que la violencia —verbal o física— sea nuestra manera; nos parece normal que nos engañen. Hace un mes, en una tribuna de fútbol, un muchacho reconoció al señor que, al volante de un coche a toda máquina, había matado a su hermano. Lo interpeló; el homicida, para sacárselo de encima, gritó que el muchacho era hincha del equipo contrario y se lanzó a pegarle. Se le unieron muchos. Emanuel Balbo trató de escaparse pero no lo consiguió: se cayó, se mató. Ya muerto, derramado en el suelo, hinchas seguían insultándolo por ser, decían, del equipo contrario. Y alguno le robó las zapatillas.

»Y entonces dos o tres dijeron que era intolerable, y todos toleramos. Avanzamos por el camino de la rana: nos metieron en el agua tibia y nos la fueron calentando poco a poco y, con el tiempo, nos acostumbramos a vivir en un país que hierve; o casi hierve, porque tampoco es que haya suficiente gas.

»Somos la rana acostumbrada; somos, al fin y al cabo, gente que resopla. (Resoplar, decía el otro, solo sirve si después se sopla. Si no, se queda en el berrinche; y el berrinche es la costumbre más argenta). Resoplamos y nos armamos un país a imagen del resoplo: un país que se grita cosas para sacarse el malhumor pero que está tan pagado de sí mismo, tan engañado de sí mismo que le pudo creer a aquella presidenta que dijo que tenía menos pobreza que Alemania. Un país que sigue imaginando que tiene un lugar en el mundo. Un país que trata de no ver lo que es. Nos ayuda, si acaso, ese mérito que no nos abandona: seguimos poniendo caras en la camiseta universal. Si antes fueron Ernesto Guevara o Eva Perón, después Borges o Maradona, ahora es Jorge Bergoglio: la proporción de personajes globales que produce la Argentina no tiene relación con su papel en la cultura y la economía del mundo. Aunque ahí hay algo que quizá nos defina: ser grandes de la máscara.

«O mejor llamarlo por su nombre: la careta. Es difícil, por ejemplo, negar que los más exitosos de nuestra generación son esos dos cincuentones que el 90 por ciento de los argentinos votó, hace año y medio, para que nos mandaran. Es difícil soportar que nuestros jefes sean un señor que no habla cuando habla y otro que miente incluso cuando calla: dos señores de tan pocas luces. Y que otros estandartes sean un exfutbolista que fue extraordinario y se convirtió en un jubilado triste, y un músico que fue extraordinario y se convirtió en un jubilado triste. Mauri, Daniel, Diegote, Charly. Máscaras, lo nuestro son las máscaras. Y, cada vez más, los jubilados tristes.

* * * 

»Somos muy mediocres. O, por lo menos: nuestras acciones públicas son tan mediocres, producen resultados tan mediocres.

»En algunos años, algunos libros contarán —si es que hay libros todavía, si es que hay una Argentina todavía— que la nuestra fue la generación más fracasada de la historia del país. Que fuimos nosotros —no harán diferencias, hablarán de todos nosotros— los que lo llevamos a este punto. Por supuesto, la generación siguiente puede disputarnos la corona, pero creo que nos reconocerán la importancia de haber hecho camino...»

viernes, septiembre 15, 2017

La dicha no es alegre - Concha García

1. Dicha

Tengo todo el instante resumido en un libro
y me abro de piernas para mentir:
la vida es un puzzle, preparo el potingue
de delicioso residuo y me congratulo con dios
muchas veces. Todas. A lo mejor me voy
poco espantada. La veterana de largo sentido
es un poco triste, le acongoja el desdén
la repulsa, el desprecio, la desdicha.
Nacida para ser pronunciada mientras se arde
con la figura tiritante, a lo largo de otros
brazos, a lo largo de ellos sólo.


2. El recuerdo

Una pena repta por su ombligo. Ayer
ayer me dijo oblicuamente amor mío y
hoy, hoy tengo que ser áspera con la memoria,
enlazar las manos con ansiedad, tomar cafés,
hacerme cueva o nimiedad.


Parte tercera ( La mística del vaivén )

1. Te lo ruego

Me encontré tan menuda, tan
encogida, ovillada en eso
que la taquicardia auguró.
Doce o trece horas de amor desmedido
maldita sea hoy, cómo avanzaba
la sabandija entre mi letargo
haciéndome diminuta
el tiempo crecía. Me puso las manos
encima y me queda
ese temblor.

2. Recuelo

Huir. Un vaso roto. Esquivar
al amigo de la yerba, los platos
de coñac, regalos, orfebrería
en baúles, tenazas de hierro
abundantes misivas, amontonar
largos caminos, ser la sed
en las rayas del labio, nótese
una humareda a lo lejos, una
impenetrable andariega.

lunes, septiembre 11, 2017

El viajero de si mismo - Pablo de Rokha

Voy pisando cadáveres de amantes
y viejas tumbas llenas de pasado,
cubierto con cabello horripilante
del gran sepulcro universal tragado.

Acumulo mi yo exorbitante
y mi ilusión de Dios ensangrentado,
pues soy un espectáculo clamante
y un macho-santo ya desorbitado.

Mi amor te muerde como un perro de oro,
pero te exhibe en sus ancas de oro.
Wínétt, como una flor de extranjería.

Porque sin ti no hubiera descubierto
como una jarra de agua en el desierto
la mina antigua de mi poesía.

sábado, septiembre 09, 2017

Riesgo y arte - Enrique Vila-Matas

«Hay que ser conscientes de que riesgo y arte, riesgo y literatura, van de la mano. Y no olvidarse nunca de que, como decía Derrida, todopoemacorreelriesgode carecer de sentido, y no sería nada sin ese riesgo.

»La primera vez que leí esa frase, la entendí a la primera. Pero me di cuenta de que me faltaba saber cómo podía exponerse uno de verdad escribiendo. Porque me parecía obvio que en caso de arriesgarse había que hacerlo de verdad.

»Por los mismos días, leí a Michel Leiris y fue providencial. Exponerse al escribir, según Leiris, era tratar de estar a la altura de un torero cuando salta a la plaza; es decir, tratar de “introducir por lo menos la sombra de un cuerno de toro en una obra literaria”...»

viernes, septiembre 08, 2017

Acerca de los talleres literarios

"Al final, la mejor forma no sólo de sobrevivir, sino de crecer en un taller literario es trabajar fuerte, estar abierto a sugerencias, entender lo que cada alumno tiene para ofrecerte e ignorar el drama y los juegos. Estás ahí para escribir. Estás ahí para aprender, para evolucionar. Así que pon tu sangre, sudor y lágrimas en la página. No te contengas, escupe tus agallas y escribe la mejor historia que puedas, échale corazón, emoción e intensidad".

Richard Thomas.
Completo en Tinta Chida.

Nos vemos este sábado en el Centro de las Artes. Y el martes en Fernando Rosas.

jueves, septiembre 07, 2017

Ese otro - Daniel Gerber

«Mientras que a "normales" y neuróticos, el inconsciente nos engaña de alguna manera porque creemos en los azares, las coincidencias, las casualidades; al paranoico no lo engaña: él tiene la certeza de que hay Otro —ese Otro que finalmente no es sino el lenguaje que nos habita y domina—, que maquina, conspira, mueve los hilos que manipulan a las marionetas humanas...»

miércoles, septiembre 06, 2017

El próximo cuento (Crónicas de un tallerista I) - Eduardo Garay Vega

Hace muchos años, tras ganar un concurso de cuento casi por equivocación, me encontré en medio de un taller literario discutiendo sobre qué debía escribir un escritor, y más específicamente, un cuentista.

Yo, por ignorancia y exceso de insolencia, dije que los cuentistas están obligados a escribir de lo que saben.

Todos los presentes me dieron la razón y, al mismo tiempo, me exhibieron como el pedante-ignorante que era y soy. “¿De qué vas a escribir tu próximo cuento?”, me preguntó alguno. “De futbol americano”, contesté más que presuntuoso, ya que me consideraba un fanático del rudo deporte de las tacleadas, incluso presumía una mínima incursión en el ámbito estudiantil con los Zorros del ITQ. Pero oh, sorpresa, yo no sabía nada de futbol americano: uno de mis compañeros de taller conocía de memoria el resultado de todos los supertazones efectuados hasta ese momento (y seguramente ha actualizado su información), además del nombre del jugador más valioso de cada partido por el título de la NFL.

“Carajo, no sé nada”, me dije sorprendido y apenado. “Entonces voy a escribir sobre la Sonora Santanera”. Diablos, tampoco. Nuevamente me descubrí como un neófito en la materia cuando otro de mis compañeros recitó de un tirón el año de aparición de cada disco del grupo comandado por el, en ese entonces, recién desaparecido Carlos Colorado. No sólo eso, fue capaz de darme la lista completa de las canciones seleccionadas por el Reader’s Digest para el La caja de los Santaneros.

“Híjole”, comenté, “quizá puede intentar algo con jóvenes aprendices del albur y dispuestos a entender la vida en una ciudad moderna y rompiendo los cánones morales establecidos por la sociedad”. En ese instante, todos voltearon a verme y de inmediato me desaprobaron. “Para eso están José Agustín, Gustavo Sainz y toda la Onda”, me reclamaron. “No sólo eso, qué crees que se ha escrito todo el tiempo: ¡pues cómo romper el canon moral de la sociedad! Eres un pendejo”, sentenciaron.

Bajé los ojos, triste, ya sin arrogancia y casi con temor hablé sobre la posibilidad de escribir sobre un tipo que viaja en camión de su casa al trabajo… “De eso trató tu cuento que leíste hoy”, me interrumpieron. “De eso trató el cuento con el que ganaste el concurso. ¿Qué no tienes imaginación?”. Me interrogaban como se interroga a un ladrón detenido con las manos en la masa.

Salí rápidamente del lugar donde sesionaba el taller y, a la fecha, cuando alguien me pregunta de qué escribo, siempre contesto: “de nada. Ya no escribo”.

(De Crónicas de un escritor de buró, Instituto Queretano de la Cultura y las Artes, 2016)

lunes, septiembre 04, 2017

Ricardo Yáñez, coordinador de talleres literarios

Tomado de la columna de Ricardo en La Jornada: Isocronías.

Me ha costado mucho trabajo ser el tallerista que soy. No siempre bueno, no siempre atinado, pero constante, arriesgado, tesonero; si se quiere, entre comillas, sacrificado. Y en ocasiones –lo siento– acertadísimo. No se crea que me gusta decir esto, mas si no lo dijera sentiría que estoy traicionando al propio taller, a algunas o a todas las personas con las que he trabajado. Citaré otras opiniones.

Carmen Villoro, defeña-tapatía: Tallerista de cuerpo entero, Ricardo Yáñez ha hecho, durante muchos años, poesía viva. Escritores, bailarines, cantantes, músicos, dramaturgos y poetas hemos asistido a sus talleres para aprender a escribir y hemos descubierto una claridad que trasciende a la palabra. Es una lástima que hasta la fecha no se tenga un registro de esta poesía efímera que constituye una buena parte de la obra de Ricardo Yáñez.

Armando Alanís, coahuilense: Recuerdo la primera sesión en la Casa de la Cultura: el primer ejercicio se encaminaba a soltar amarras, romper diques y disponernos a crear sin miedos ni barreras (que nada más estaban en nuestra cabeza). Formamos parejas. A mí me tocó el propio Ricardo. Se trataba de situarnos uno delante del otro y mirarnos a los ojos en silencio durante unos minutos, dejando en libertad la imaginación. Yo veía a Ricardo, sus ojos acuosos, y como sabía que era de Guadalajara se me ocurrió pensar que mi amigo y coordinador del taller era miembro de un mariachi, y que sobre su panza sostenía la panza de madera de un enorme guitarrón. Pude ver su traje negro con botonadura de plata, y hasta el sombrerote de pana, ladeado sobre su cabeza. Me eché a reír. Ricardo también se carcajeaba: al mirarme a los ojos, quién sabe qué estaba imaginando. Me convirtió, seguro, en la cucaracha de Kafka, o en Rocinante, que no en don Quijote.

Miguel González Lomelí, nayarita: Pequeño gran templo portátil que Ricardo monta en cualquier espacio para que el rito de la poesía se consume. Tal vez concluir en textos sea lo anecdótico, lo temporal y circunstancial; y a quién no le gustaría plasmar lo vivido en textos que, por fuerza deberían resultar al menos excelentes, pero, de lo sentido a lo escrito hay un abismo. Así que la vivencia se transforma en bandada de pájaros que aletean en el ámbito intrapersonal, no como vuelo errático y doloroso sino como permanente, descubriendo siempre nuevos verdores, frondas.

domingo, septiembre 03, 2017

Columna, ligas e invitaciones

Les comparto "Posnarcisismos", mi columna de esta semana en Pulso.  Opiniones interesantes sobre el tema de esta ocasión son "Violencia y periodismo en México: un acercamiento desde la ética" de Juan Carlos Núñez, "El caracol, las hienas y los cangrejos" de Oswaldo Ríos y "Periodismo moronga" de Alex Valencia.

Dos de las posdatas en mi columna, por si no van allá a leerla o no compran el periódico, son las siguientes, con todo y ligas:
Posdata 2: El 9 de septiembre dará inicio el taller de Iniciación a la Escritura en el Centro de las Artes Centenario de San Luis Potosí. En esta ocasión las sesiones serán los sábados, de 11 am a 2 pm, coordinadas por este columnista. Ojalá muchos se animen y por ahi nos veamos. 
Posdata 3: Para quienes no puedan los sábados, propongo un taller literario entre semana, en las tardes, quizá de 5 a 8. Se aceptan propuestas de qué día y quizá de horario en debajodelagua@gmail.com.




-->

sábado, septiembre 02, 2017

Iniciación a la Escritura, ahora los sábados


Ahora estaremos los sábados, del 9 de septiembre al 2 de diciembre.
Ejercicios, juegos, lecturas (y sugerencias de lecturas), tallereo y corrección de textos de los asistentes, ortografía y sintaxis, historia y teoría...
Programa completo de la oferta académica por acá.