jueves, junio 26, 2025

Hay un problema con los escritores - Charles Bukowski

Hay un problema con los escritores. Si lo que había escrito un escritor se publicaba y vendía mucho, muchos ejemplares, el escritor pensaba que era magnífico. Si lo que había escrito un escritor se publicaba y vendía un número aceptable de ejemplares, el escritor pensaba que era magnífico. Si lo que había escrito se publicaba y vendía poco, pensaba que era magnífico. Si lo que había escrito nunca se publicaba y no tenía dinero suficiente para publicárselo él mismo, entonces pensaba que era, más que magnífico, genial. La verdad, sin embargo, es que había muy poca magnificencia. Era prácticamente inexistente, invisible. Pero podías estar seguro que los peores escritores eran los que más confiaban en sí mismos, los que menos dudas tenían. De cualquier manera, los escritores eran seres que había que evitar, y yo trataba de evitarlos, pero era casi imposible. Pretendían que existiera una especie de hermandad, de unidad.


* [Mujeres]

martes, junio 24, 2025

La risa - Umberto Eco

El abad ciego pregunta al investigador William de Baskerville:

– ¿Qué anheláis verdaderamente?

—Quiero el libro griego, aquél que, según vosotros, jamás fue escrito. Un libro que sólo trata de la comedia, que odiáis tanto como a la risa. Se trata probablemente del único ejemplar conservado de un libro de poesía de Aristóteles. Existen muchos libros que tratan de la comedia. ¿Por qué este libro es precisamente tan peligroso?

—Porque es de Aristóteles y va a hacer reír— respondió el abad.

—¿Qué hay de inquietante en el hecho de que los hombres puedan reir?

—La risa mata el miedo, y sin miedo no puede haber fe. Aquél que no teme al Demonio no necesita más de Dios.


* [El Nombre de la Rosa]

domingo, junio 22, 2025

Si muero pronto - Alberto Caeiro

Si muero pronto,
sin poder publicar ningún libro,
sin ver la cara que tienen mis versos en letras de molde,
ruego, si se afligen a causa de esto,
que no se aflijan.
si ocurre, era lo justo.

Aunque nadie imprima mis versos,
si fueron bellos, tendrán hermosura.
Y si son bellos, serán publicados:
las raíces viven soterradas
pero las flores al aire libre y a la vista.
así tiene que ser y nadie ha de impedirlo.
Si muero pronto, oigan esto:
no fui sino un niño que jugaba.
Fui idólatra como el sol y el agua,
una religión que sólo los hombres ignoran.
Fui feliz porque no pedía nada.

Ni nada busqué.
Y no encontré nada
salvo que la palabra explicación no explica nada.

Mi deseo fue estar al sol o bajo la lluvia.
Al sol cuando había sol,
cuando llovía bajo la lluvia
(y nunca de otro modo),
sentir calor y frío y viento.

Y no ir más lejos.

Quise una vez, pensé que me amarían.
No me quisieron.
La única razón del desamor:
así tenía que ser.

Me consolé en el sol y en la lluvia.

Me senté otra vez a la puerta de mi casa.
El campo, al fin de cuentas, no es tan verde
para los que son amados como para
los que no lo son:
sentir es distraerse.

.

(Traducción: Octavio Paz)

jueves, junio 19, 2025

Yo(s) - Fernando Pessoa

No sé quién soy, qué alma tengo.

Cuando hablo con sinceridad, no sé con qué sinceridad hablo. Soy variadamente otro que un yo no sé si existe (si es esos otros).

Siento creencias que no tengo. Me arroban ansias que repudio. Mi perpetua atención sobre mí perpetuamente me denuncia traiciones del alma a un carácter que quizás no tenga, ni ella cree que tengo.

Me siento multiple. Soy como un cuarto con innumerables espejos fantásticos que dislocan reflejos falsos, una única anterior realidad que no está en ninguno y está en todos.

Como el panteísta se siente árbol, y hasta su flor, yo me siento varios seres. Me siento vivir vidas ajenas, en mí, incompletamente, como si mi ser participase de todos los hombres, incompletamente en cada uno, mediante una suma de no-yos sintetizados en un yo postizo.

lunes, junio 16, 2025

Pater

 





El regalo
Li-Young Lee


Para extraer la esquirla de metal de mi palma
mi padre recitaba un cuento con voz suave.
Yo miraba su rostro adorable y no la cuchilla.
Antes de que acabara el cuento ya había sacado
la astilla de metal por la que yo creía que me iba a morir.


No recuerdo el cuento,
pero escucho aún su voz, un pozo
de agua oscura, una oración.
Y me acuerdo de sus manos,
dos unidades de ternura
que posaba sobre mi rostro,
las llamas de la disciplina
que alzaba sobre mi cabeza.


Si hubieras entrado aquella tarde
habrías creído ver un hombre
depositando algo en la palma de un chico,
una lágrima de plata, una llama diminuta.
Si hubieras seguido a aquel chico
habrías llegado aquí,
donde me inclino sobre la mano derecha de mi mujer.
Fíjate en cómo raspo su pulgar
con tanto cuidado que no siente dolor.
Mira mientras saco la esquirla.
Yo tenía siete años cuando mi padre
me tomó así la mano,
y no sujeté aquella astilla
entre mis dedos y pensé
El metal que me llevará a la tumba,
no lo bauticé como el Pequeño Asesino,
el Mineral que va a por mi Corazón.
Y no levanté mi herida y lloré,
¡La muerte ha pasado por aquí!
Hice lo que hace un niño
cuando le regalan algo para que lo guarde.
Besé a mi padre.

domingo, junio 15, 2025

Amo mi cuerpo (Qué equívoco) - Antonio Gamoneda


Amo mi cuerpo; sus vértebras hendidas

por aceros vivientes, sus cartílagos

abrasados, mi corazón ligeramente húmedo

y mis cabellos enloquecidos

en tus manos.

          Amo también

mi sangre atravesada por gemidos.



Amo la calcificación y la melancolía

arterial y la pasión del hígado

hirviendo en el pasado y las escamas

de mis párpados fríos.

.

Amo el estambre celular, las heces

blancas al fin, el orificio

de la infelicidad, las médulas

de la tristeza, los anillos

de la vejez y las sustancias

de la tiniebla intestinal.

          Amo los círculos

grasientos del dolor y las raíces

de los tumores lívidos.

.

Amo este cuerpo viejo y la sustancia

de su miseria clínica.

          El olvido

disuelve la materia pensativa

ante los grandes vidrios

de la mentira.

          Ya

todo está dirimido.

.

No hay causa en mí. En mí no hay

más que imposibilidad y

un extraño extravío:

          ir

de la inexistencia

a la inexistencia.

          Es

un sueño.

          Un sueño vacío.



Pero sucede.

          Yo amo

todo cuanto he creído

viviente en mí.

         Amé las manos

grandes de mi madre y

aquel metal antiguo

de sus ojos y aquel

cansancio lleno de luz

y de frío.


          Desprecio

la eternidad.

           He vivido

y no sé por qué.

           Ahora

he de amar mi propia muerte

y no sé morir.


          Qué equívoco.