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miércoles, septiembre 29, 2021

¿Quién como Diosito?



Miguel —con Gabriel y Rafael— es de los siete arcángeles más conocidos, al ser tenido como capitán de las huestes celestiales y en ese caracter haber mandado al infierno al ángel rebelde, Luzbel o Lucifer. Hoy tiene su fiesta mundana en su barrio.

Según su etimología, Miguel significa "¿Quién como Dios", y su diminutivo da nombre al barrio potosino más famoso por ser acuarelado por Pepe Guizar como el centro de México. Un barrio que casi siempre tiene un charco en su atrio y que permite imágenes de espejo, o sea que es un barrio que juega con nuestros sentidos y antes fue un pueblo de otomíes y tlaxcaltecas.

Sede del Hospital Materno Infantil, y de la clínica del ISSSTE, muchos nacimos en el barrio de San Miguelito. Hasta que cumplí dos años y poco después de que nació mi hermano Roberto Gerardo, mi familia vivió allí, en el 120 de la calle de República.

Por su caracter guerrero, el arcángel Miguelito acompañó a los españoles en su conquista de América, siempre con sus alas abiertas (entre más grandes, mejor), su espada en llamas y plena de rayos, su armadura romana y un dragón o serpiente a sus pies. 

Por cierto, cuentan que la imagen que corona su templo en este barrio no es la original, pues aquella fue destruida justamente por un rayo, como los de la espada que porta.

En texto y en imagen mucho se ha comparado a Mikael con Zeus o Thor, dioses del rayo, o con Tezcatlipoca y Huitzilopochtli, dioses guerreros. El sincretismo resultante de la evangelización y sus representaciones ha creado imágenes maravillosas. Por ejemplo, en San Miguel el Grande (hoy de Allende), Guanajuato, hay una imagen llamada El Señor de la Conquista, que luce una corona muy diferente a las tradicionales. En otras pinturas, San Miguel lleva pendones muy similares a los de Huitzilopochtli o se le representa muy moreno. 

Caso interesante son los murales del templo de San Miguel en Ixquimilpan, Hidalgo, en la frontera con las tierras chichimecas, donde convergen ideas, personajes, dioses y leyendas griegas, cristianas, mexicas y chichimecas.  


¡Pies para que los queremos si, como san Miguelito, tenemos alas para volar!


martes, agosto 17, 2021

Mexicas, antes aztecas, una cultura chichimeca

 Fragmento de "El lugar de las siete cuevas" de Federico Navarrete:

«Múltiples historias cuentan además que los mexicas pasaron por Chicomóztoc acompañados de otros siete pueblos habitantes del Valle de México y sus alrededores, entre ellos los xochimilcas, chalcas y acolhuas, incluso los tlaxcaltecas. Eran aliados y compañeros como los pueblos salidos del Lugar de las Siete Cuevas en la historia de Cuauhtinchan. Sin embargo, más adelante en el camino, cuando los ocho grupos de caminantes se detuvieron a descansar al pie de un árbol, Huitzilopochtli provocó que éste se partiera de una manera inesperada. Este portento fue interpretado por los mexicas como una orden de separarse de sus acompañantes y adentrarse solos por el desierto. Al poco tiempo se encontraron a unos dioses, o antiguos chichimecas, llamados mimixcoas que habían descendido del cielo y los esperaban acostados sobre mezquites y biznagas, y su dios ordenó extraerles el corazón de inmediato para alimentarlo. Satisfecho con la obediencia de sus seguidores, Huitzilopochtli les pintó la cara, les perforó las orejas, y les regaló arcos y flechas propios de los chichimecas, para que pudieran conseguir su sustento y combatir a sus enemigos. Tras esta iniciación les dio su nuevo nombre, mexitin, con lo que dejaron de llamarse aztecas, gente de Aztlan. Así culminó la transformación de los mexicas, habitantes toltecas de una ciudad en medio del agua, en un pueblo chichimeca, andariego y cazador, abocado a la guerra y a la conquista».

miércoles, julio 24, 2013

Regiones (2)

"Es en el campo literario donde quisiéramos apuntar algunos hechos que determinan configuraciones desiguales y establecen cánones de valor literario y de creación. El tiempo finisecular dio cabida a otras manifestaciones literarias, y una de las más importantes es lo que algunos críticos literarios han llamado la literatura del desierto, como Vicente Francisco Torres, y otros, literatura de la llanura, como Christopher Domínguez Michael.

"Ambas pertenecen a un título más global de literatura regional, con viejos antecedentes en el siglo XIX, que se pueden establecer en la búsqueda de una literatura nacional --léase Ignacio Manuel Altamirano, Ignacio Ramírez, etcétera--, en los innumerables viajeros que circundaron los caminos reales y veredas de ese México decimonónico, ávidos de un conocimiento geográfico basado en las estadísticas y en el conocimiento del territorio y paisaje nacionales, para propios y extraños.

"La literatura regional va acompañada, en el caso mexicano, para su concepción contemporánea con el discurso de la historia. No es casual que este renacimiento de la literatura regional en el campo de las letras mexicanas haya sido reforzado por la aparición que marcó un hito en la historia de México: la publicación en 1968 de Pueblo en vilo, de Luis González y González. 

"Por otro lado los problemas de una larga herencia centralizadora de la vida nacional hicieron voltear los ojos a otros mundos que estaban ahí y de los cuales no se ocupaban ni los gobiernos ni los escritores. Lo regional se entendía en contraposición a lo nacional, lo oficial, lo aceptado.

"La microhistoria influye en la percepción por explicar lo pequeño, lo local, lo regional y, muchas veces, por enfrentarse a la historia nacional, la que construye el Estado en su afán de homogeneizar un discurso o una práctica política". 

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Tomás Bernal Alanis, "La odisea de la narrativa regional: la construcción de la identidad en el norte de México", en Pensamiento, cultura y literatura en América Latina, Patricia Cabrera (coordinadora), CIICH-UNAM/ Plaza y Valdes, 2004.

jueves, junio 23, 2011

De La Chichimeca a Medellín

Pues aquella vez que se acabó el mundo fue transmitida en Medellín. Espero que no cause un alboroto como el que causó Wells en la voz de Welles. Pero así pasó, yo no puedo mentir.

Y gracias a los compas de Medellín, desde este sueño que quedó esparcido y humeante en la Gran Chichimeca.

domingo, mayo 22, 2011

Crónica del apocalipsis desde la Gran Chichimeca

Escribo esta entrada antes de esconderme ¿días, semanas? en mi refugio antinuclear, en el sótano de mi casa. Han pasado varias horas desde que empezó el fin del mundo, y quiero llegar "completo" (lo que sea que eso signifique) al juicio final. El cielo se ha tornado carmesí y desde anoche los muertos comenzaron a salir del Saucito y de Valle de los Cedros. No comen carne humana pero tienen mucha fuerza, y no se les puede liquidar ni cortándoles la cabeza: la agarran y siguen muy orondos su caminata hacia el centro de la ciudad.

Parece que se han concentrado en el centro de la ciudad. Los muertos llenan la Plaza de los Fundadores y las vestimentas de todas las épocas parecían un mortal carnaval de los más de cuatrocientos años de haberse fundado esta ciudad. Los vi por televisión antes de que se interrumpiera la señal. Debimos saber que la primera señal del apocalipsis era la desaparición del Cerro de San Pedro, pero todo mundo decía que no pasaba nada, y ni siquiera se preocuparon cuando se oyó la Llorona por todo el camino a este municipio. Hubo quien aseguró que era una ex trabajadora del "Castillo de Greyskull", el famoso centro cultural nocturno (aka zona roja) que está por allí cerquita.

Pocos creyeron al hoy santo Harold Camping, quién halló la fecha secreta de los siete mil años que transcurrieron desde el diluvio. Justo a la medianoche empezaron a caerse todas las estatuas de las plazas y avenidas: las musas de la Casa de la Cultura, las otras monitas que estaban en Reforma, el Hermes que apuntaba al cielo en Plaza de Armas... Sin que nadie lo tocara, el carillón de la catedral comenzó a entonar un requiem.

Pocos, muy pocos fueron los potosinos "arrebatados", y fueron sobre todo niños. Muchos alzaron las manos al cielo cuando sus hijos ascendían hasta perderse en lo alto, pero la mayoría se quedaron brincando como queriendo alcanzar una manzana. Ni berrinches ni mentadas hicieron que aumentara el número de los elegidos. Y vivos y muertos empezaron a pelearse el espacio en la plaza.

En las oficinas gubernamentales ha habido incendios que hasta el momento de escribir estas líneas han sido imposibles de controlar. Incendios aislados, se dijo en un boletín oficial, pero la información dejó de fluir cuando las llamas aparecieron en la oficina de comunicación social.

Arrebatada, mi esposa me dejó con los niños. Siempre fue una santa, como le decían todas sus amigas. Se elevó y apenas alcancé a oír que me dijo "lero, lero". Ya he encargado a Lupita y a David con mis compadres, porque las provisiones del refugio no alcanzan para los tres, y al fin que no tienen muchos pecados. Total, ya tengo algunos libros de autoayuda, dos o tres libretas y suficientes películas porno para aguantar los cinco meses que según San Harold pasarán para que inicie el juicio. Espero que se nos asigne un buen abogado fedensor, mínimo el de Presunto culpable.

miércoles, agosto 25, 2010

El nombre de un pueblo, apuntes

San Luis Rey, pintado por El Greco
Se festeja hoy, 25 de agosto, a San Luis Rey de Francia. Es día de asueto en San Luis Potosí y cómo se se antoja quedarse todo el día a leer o ya de perdida ver la televisión. Apenas me voy levantando. Miento: ya vi los periódicos del día y desayuné. Miento: nomás vi un periódico, me enjuagué la boca y me vine a echar de nuevo. Se antoja un desayuno ejecutivo: café y cigarro. También se me acaba de antojar preguntarle a mis paisanos cuál de los Luises era el santo; digo, nomás para saber.

Y es que en esta ciudad se dan tantas cosas por sabidas que se sigue pensando que San Luis sí es vecino de diez estados y que el águila se paró por acá. Mentira o literatura, a veces verdad, todo vale en la construcción de este espacio, odiado y temido, anhelado y querido.

Que le hayan cambiado el nombre de San Luis Mezquitique a San Luis Potosí (pero también Real de San Luis, Real del Señor San Luis, Real de San Luis minas del Potosí, San Luis de la Paz...) al puesto que luego sería ciudad (y luego estado) debe haberle caído en el higado a los aguerridos chichimecas de la región —miren que eran seminómadas, andaban de aquí para allá con alegría, adheridos a la procesión por todo este desierto— allá por 1591, obligados a permanecer en un solo lugar al que se le había dado el nombre de un dios (santo) ajeno del que además se decía que fue un gran guerrero.

Pero miento, otra vez. En todo caso San Luis Potosí fue el nombre elegido para la ciudad de los españoles (fundada en 1592), y los indios que estaban allí asentados tuvieron que irse más al norte, a la orilla del río Santiago, donde crearon los pueblos de Santiago (apostol que se supone predicó en Españal dios del trueno en algunas culturas) y Nuestra Señora de la Asunción de Tlaxcalilla (diminutivo-despectivo del pueblo de los indios que acompañaban a los conquistadores), que hoy son dos de los siete barrios.

Dicen unos que los indios que estaban allí originalmente hicieron su fundación un 25 de agosto, que de ahí el nombre. Otros dicen que es mentira, pero lo que se sabe (o se da por cierto) por el acta de fundación es que la fecha oficial es el 3 de noviembre de 1592. La cosa es que los guerreros desaparecieron y sólo quedó el nombre del nuevo guerrero, patrono del virrey Luis de Velasco y de los franciscanos que lo acompañaban.

Desde entonces se dijo que era un Potosí, emulando al Cerro Rico de Potosí que está en Bolivia, el referente para las toneladas de plata que esperaban encontrar en Cerro de San Pedro. "Vale un Potosí". No fue así. Hay quien dice que la voz viene del quixua y significa "manantial de plata"; hay quienes lo niegan, y aseguran que esa palabra significa "explosión". Puede ser, sí. Hasta la actualidad, cuando la empresa Minera San Xavier ha dinamitado el cerro que está retratado debajo de San Luis Rey de Francia en el escudo de armas de la ciudad. La guerra santa, dicen.

No creo que al rey que participó en las cruzadas le hubiera gustado mucho el monigote de cantera que pusieron en la Plaza de los Fundadores (y que retiraron a los pocos días) pero aquí, al parecer, a pocos interesa el recuerdo, total, ni siquiera a quienes deberían resguardarlo. Luis permanece a la entrada de la catedral, con esa mirada tan particular, y afuera entre reflectores está el señor de las palomas.

Ni santa ni guerrera, la ciudad sigue con su cantera y adoquines. Trata de ser. San Luis Rey anda en la Fenapo y trata de olvidar sus penas: no está en las estampitas ni se le reconocen muchos milagros. De sus palabras, la mayoría oraciones, vale la pena recordar las siguientes, dedicadas a su hijo:

"Para con tus súbditos, obra con toda rectitud y justicia, sin desviarte a la derecha ni a la izquierda; ponte siempre más del lado del pobre que del rico, hasta que averigües de qué lado está la razón".


Me voy a seguir leyendo. Miento: seguiré acostado, gozando la flojera. 

martes, abril 29, 2008

Día de la danza



Ballet infantil del IPBA, este 29 de abril en la Plaza del Carmen.

Como todos los años, hubo un espectáculo al que se invitó a casi todos los grupos que practican el arte de Terpsícore en tierras chichimecas, desde ballet hasta porristas de bachillerato y foloklor (pienso que deberían invitar también a algunas bailarinas de tabledance, entre las que hay verdaderas artistas, pero esa es otra historia).

De todos los ritmos musicales y y de todas las calidades interpretativas, de las bailarinas asustadas a las artistas, de las pequeñas que provocan ternura a varias mayores que simplemente provocaban. El chiste era bailar.

El cuerpo en fiesta pública.