miércoles, agosto 13, 2025

Valor real de la palabra del poema - Mario Montalbetti

«Habitualmente nos enfrentamos a un poema como los griegos antiguos se enfrentaban a los dictámenes del oráculo: intentamos averiguar qué quiere decir, queremos descifrarlo, descubrir su significación oculta; en breve, tratamos de interpretarlo. La única medida del valor de la palabra del oráculo es cotejar sus efectos reales: comprobar si cumple lo que dice y de qué forma. Hacemos algo similar ante un poema. Cierto, no lo cotejamos con la realidad (no sabríamos cómo hacerlo) pero sí intentamos descifrarlo, averiguar sus significaciones ocultas, darle una interpretación. En ambos casos (el poema o el oráculo), el propósito de la interpretación es un cierto descreimiento de la apariencia. El problema con la interpretación es que invariablemente deviene en un tipo de transacción entre las palabras y algo distinto a ellas, entre lo manifiesto y algo no manifiesto, un canje entre la forma material del poema (sus letras, sus sonidos, su prosodia, aun su literalidad) y otra cosa que parece esconderse debajo, detrás, más allá de la materialidad del poema. Y el problema de la interpretación como canje es que siempre hay algo en el poema que no logramos canjear enteramente, un resto de la transacción. Para muchos, el valor de la palabra poética reside justamente ahí, en la delicada tensión entre lo canjeable y lo no canjeable. Si canjeamos demasiado el poema/oráculo, se vuelve una mera adivinanza; si cedemos a un “restismo” radical, terminamos fetichizando el texto. Entre un extremo y otro, solo una tensión adecuada es capaz de revelar el valor real de la palabra del poema.»

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