jueves, abril 23, 2020

La ponencia (Crónicas de un tallerista III) - Eduardo Garay Vega


En El Universal Qro
Ese día había decidido, por fin, sentarme a escribir mi ponencia. Algo había de presunción y miedo en mi propuesta. “Ya no estoy para andar presentando textillos en congresos”, dije a todos mis maestros, pero para ellos no hay diferencias. “Todos participan”, me respondieron.

Ser el más viejo de una clase de literatura tiene sus ventajas. Uno ya ha leído más. Puede hablar con los maestros de tiempos que, para algunos, llegan a ser como un recuerdo de chochos amargados. En contrapartida, se espera que el texto de uno llene más expectativas. “Ándale, muéstranos cómo la vida es más importante que la literatura”, me puyaban. No sé en qué momento solté tal sandez y, por supuesto, me creo capaz de haberla dicho en uno de esos instantes en que no pienso y sólo hablo por hablar; ahora me sentía comprometido a romperla en el dichoso congreso y me prometía a mí mismo no hacer mi trabajo de una sentada, sino planeadito y con sustento.

Tenía una buena idea: presentar una pequeñísima parodia sobre Roberto Bolaño y hablar de un escritor que anda en un lugar de Latinoamérica de cuyo nombre no puedo acordarme, grabadora en mano, tomando apuntes de autores muy famosos y pirateándose textos de otros muy desconocidos para crear una magna obra titulada Los detectives gandules. Al comenzar me dije: ¿y qué hago con los fans de Bolaño?, que en el ámbito académico son un chingo; ¿qué tanto he leído del best seller intelectual como para sentirme muy chicho y andar afirmando lo que no conozco? Siendo honesto, sé lo que saben la mayoría de quienes lo admiran: ni madres. Un par de títulos y mucho anecdotario, pero eso no es suficiente. Además, ¿qué me ha hecho el pendejo ese?, la neta nada. Pero, ¿y la ponencia? Si es a wiwis hay que hablar de algo. Lo de la parodia se antoja, es lo que mejor se me da. ¿Qué tal la de un escritor que llega a un pueblo perdido de América Latina buscando a su padre, un tal Roberto G.(ómez) Bolaño? Y dale con el sudaco ese…

Lo que pasa es que lo mío, lo realmente mío, es chingar la madre y el Bolaño está más que puesto en boca de todos para reventarle a algunos las pelotas. Otra opción es hablar de la obra de Charly Fontain. Ruco viejo, la historia de un escritor que huye al desierto de Arizona para unirse a la guerra contra el racismo en Gringolandia. Aventarme la puntada de que ya existe el guión de cine a cargo de Robert Rodriguez y se ha asegurado la actuación de María Rojo, Jennifer López y Cheech Marin en los roles protagónicos.

O una novelita disque histórica que ocurra en el Álamo con un estilito cracketado como el pipope Palou, lo cual casi es una parodia en sí mismo. O una historia de amor llamada Mátame pero no me dejes, con boleros de fondo y diagramas para hacer trajes sastre talla 7, 9, 13, 17 y vuelta a la talla 9, en clara alusión a las etapas de las abnegadas mujeres casadas que durante el final del siglo XX y, tras un tiempo de dedicarse a sufrir como amas de casa, redescubren su vocación y se alistan en grupos de yoga en donde conocen a su verdadero amor: un joven que no les pide nada a cambio de poder pasar unos pocos momentos de felicidad con ellas.

Obviamente, si tuviera talento y ganas en lugar de decirlo ya hubiera escrito estas mamarrachadas y las hubiera escrito en serio, por lo que en lugar de estar sentado aquí, en este congreso de estudiantes de maestría en literatura, estaría platicando con otras personas, sería becario del FONCA y más de alguno me diría maestro. Sería famoso, casi un rockstar pero, como ya lo dije, lo mío es solamente chingar la madre, así que si ustedes me hacen el favor…

No hay comentarios.:

Publicar un comentario