martes, abril 03, 2018

Clement Rosset (1939-2018)

«La aptitud de rechazar lo real por medio del lenguaje constituye una facultad a un tiempo enojosa, por la hipocresia que conlleva, conscientemente o no, y fascinante por su sorprendente y soberana eficacia. El hombre de las palabras es inexpugnable: siempre tiene una palabra para destruir lo real que se le presenta y otra para borrar lo real que emana de su propia persona. El hombre que vive al abrigo de las palabras no recibe ninguna información de lo real que no pase por la criba de un lenguaje que lo elimina, no emite ningún mensaje que no pase por esta criba, transformando entonces su propia realidad en algo distinto...»
(La escritura grandilocuente)

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«Como la tontería, y como cualquier otro fenómeno intelectual, la locura no es estudiada sólo en el plano del intelecto, sino que es interpretada también a partir de la actividad inconsciente de la afectividad. Si el loco es incapaz de coherencia lógica, es porque no tiene el deseo ni sobre todo la fuerza para reintroducirse en la realidad cotidiana. La locura es una salida “económica” para la afectividad a la cual se le ahorra el espectáculo de la realidad. Tal como Freud, Schopenhauer fundamenta su análisis en una fuga de la afectividad fuera del principio de realidad: “La locura así surgida se vuelve el Leteo de sufrimientos insoportables; ha sido el último recurso de la naturaleza presa de angustia, es decir, de la voluntad”. Asimismo, si el loco olvida fácilmente y crea lagunas en lugar de determinados recuerdos importantes, es porque sus exigencias afectivas, que apuntaban a borrar el recuerdo, han prevalecido sobre las exigencias intelectuales: “El intelecto ha renunciado a su naturaleza, para la complacencia de la voluntad”. Como en Freud, el olvido es un fenómeno dinámico, motivado afectivamente, enteramente similar a la represión. Filtro de la memoria, censura, represión son consideradas pues por Schopenhauer ya como el origen principal de las neurosis. El hombre de mente sana es precisamente aquel que no necesita olvidar, y Schopenhauer arriba a esta fórmula rigurosamente freudiana: “la verdadera salud mental consiste en la perfección de la reminiscencia”...»
(Schopenhauer, filósofo del absurdo)

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