«Hay un elemento que hoy en día quizás se está olvidando, el de la emulación. Es uno de los motivos semiolvidados. No es exactamente la imitación, no es la copia. Ser un émulo de alguien implica un elemento de admiración. Si uno recibe tan grandísimo placer de unas lecturas determinadas, es normal, es lógico y no menoscaba a la persona, el aspirar a parecerse a eso. Hoy en día la gente copia, sin mucho elemento de admiración. Yo reivindicaría la emulación, no solamente para escribir, para tantísimas cosas en la vida. Se conserva en algunos campos. Hay futbolistas que dicen “yo admiraba muchísimo a Cruyff, y mi sueño era llegar a ser como él”, pero en la literatura se ha perdido.
»El escritor renuncia parcialmente a la acción. Hay un cierto elemento de quedarse en casa jugando con algo inexistente, con algo ficticio. Uno está inventando cosas que no han sucedido, o está transformando cosas que han sucedido y ficcionalizándolas, imaginándolas. Además de haberlas vivido, las reimagina, y entonces es cuando aparece la literatura. Aquí estoy con papel y mis personajes y mis historias inventadas. Hay algo un poco pueril en el fondo.
»En un artículo de hace muchos años dije que escribir supone la asunción de una anomalía. Escribir, en el fondo, tiene algo de anómalo, de extraño. Eso lo reflejé a través de mi única narradora, en “Los enamoramientos”, una mujer que trabaja en una editorial, y como está acostumbrada a ver escritores y a ver lo pesados, imbéciles y fatuos que somos, no nos tiene mucho respeto. No acaba de entender a esta gente que, sin que nadie se lo diga, se pone delante de una máquina y se pasa horas a solas imaginando cosas que no han ocurrido o cambiándolas...»
Fragmentos de
la entrevista publicada en Zenda, la nueva web literaria de Pérez-Reverte, Javier Marías, Almudena Grandes y otros escritores.
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