miércoles, junio 03, 2009

Roth desencadenado

Lo mentaban mucho pero no lo había leído. Mea culpa. Tras buscar en varias librerías de este rancho modernizado a punta de luz escénica encontré apenas un libro, Zuckerman desencadenado (Ramdom House, Debolsillo, 2007). Candidato al nobel, el material que hoy voy conociendo habla sobre escritores y es bastante divertido. ¿Candidato al nobel? Necesito conocerlo más a fondo, y ver qué dicen los demás, así que ojalá haya comentarios.

Como aperitivo, algunas opiniones de Javier Cercas sobre varias obras de Philip Roth en Pasen y lean:

"Es una novela sobre la vida de los escritores. O mejor, sobre la no-vida, sobre aquello a lo que renuncian para consagrarse a su imaginación. Viven pobremente en la realidad para gozar de una existencia rica en su mente. Los escritores buenos suelen ser meticulosos y exigentes. Y también vanidosos. Esto es Roth, y es Zuckerman..."

"la aguda mirada de un escritor tan sabio como miope que nos hace, a pesar de todo, volver una y otra vez a él a la espera del milagro que nunca llega".

"Empiezan a cansarme un poco los libros de Roth. Lo malo es que se me olvida de una vez para otra y sólo pienso en el buen rato literario (en cierto sentido) que voy a pasar. Es como ver a un purasangre chapoteando en un barrizal de 3 metros por tres. Un desperdicio".

"Si en América hay escritores rostro pálido, representantes de una cultura delgada, solemne y semiclerical, de exquisita atmósfera moral, remilgados, snobs y pedantes, como James o T.S. Eliot, y pieles rojas del mundo de los bajos fondos de las fronteras y grandes ciudades, más emocionales y espontáneos, que dan expresión a la vitalidad y aspiraciones reales de la gente, como Twain, Whitman, Wolfe (Thomas), o Anderson, Roth se sitúa a caballo de ambos grupos, con una autoconciencia de su superioridad que no consigue disimular".

* * * * *

Y por mientras comparto dos párrafos de los varios que subrayé:

"¿Para qué me metí en el oficio? Pues mira, yo también era un buen chico con camisola de Peter Pan, y me creí todo lo que contaba Aristóteles sobre la literatura. La tragedia agota la compasión y el miedo llevándolos al límite, y y la comedia promueve en el público un estado de ánimo ligero y despreocupado, haciéndolo ver que sería absurdo tomarse en serio la acción que la obra imita. Bueno, pues me falló Aristóteles. No se le ocurrió decir nada del teatro del ridículo, uno de cuyos personajes principales soy yo en este momento... por culpa de la literatura".

"Primero te encierras para poner en marcha tu imaginación, ahora te encierras porque has puesto en marcha la imaginación de los demás".

Ya abundaremos en sus imágenes, en la poesía de Yeats de la que también abrevan los hermanos Cohen, otros párrafos. Por lo pronto me regreso a leer.

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