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jueves, julio 11, 2024

Desplegar las alas, a 30 años

Ha 30 años ISSSTE Cultura publicó Desplegar las alas, con los ganadores y menciones del Primer Concurso Nacional de Cuento Otto Raúl González, en el que participaron más de 750 cuentistas. El concurso lo ganó Mauricio Carrera, y hubo nueve menciones honoríficas, entre ellas a mi cuento "Un regalo para María".

En el prólogo, el maestro Otto Raúl escribió:

"Sean pues bienvenidos al altozano de la literatura [siguen nombres] […] Cuentos maravillosos —todos los aquí reunidos— que narran fragmentos de vidas palpitantes exponiendo modos y costumbres, denuncias, protestas y problemas de grupos sociales mexicanos. En resumen, este libro es un despliegue de alas que empiezan a volar por los claros cielos de la literatura".



Sigamos volando.

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domingo, febrero 05, 2023

Unboxig / desencajar: En el cielo y en la Tierra

Ya se puede adquirir la versión impresa de En el cielo y en la Tierra, cuentos navieños de Martha, Orlando, David, Eva y Marco, directamente con las autoras y los autores.









lunes, diciembre 19, 2022

Escribir sin levantar la cabeza - Fabio Morábito

Tuve un maestro que nos leía cuentos mientras paseaba por el salón de clases. Sostenía el libro abierto en la mano derecha y guardaba la izquierda en el bolsillo del pantalón, que sacaba para dar vuelta a la hoja y, aprovechando el gesto, propinaba un coscorrón a los que hablaban o miraban por la ventana. Si la falta era más grave interrumpía la lectura, cambiaba el libro de mano y asestaba con la derecha un golpe tremendo en la cabeza del desgraciado de turno. 

Lo veo todavía en su eterno traje gris, gastado de tanto uso, caminando entre los pupitres. Su manera de sujetar el volumen abierto con una mano, ocultando la otra en el bolsillo del pantalón, me hizo entender a carta cabal qué es un libro. La mano golpeadora, oculta en el bolsillo, era la misma con que daba vuelta a las páginas con suma delicadeza. Ese hombre, cuya autoridad sobre nosotros era inmensa, con un libro en la mano sufría una metamorfosis, un ablandamiento que llegaba a cambiarle los gestos y la voz. 

Con ello se nos hacía evidente el ascendente que un libro, ese objeto relativamente sencillo, podía tener sobre una persona. No nos cautivaba tanto el relato como la transformación del maestro. Pero nadie podía considerarse a salvo, y cuando sacaba la mano del bolsillo para dar vuelta a la hoja volvíamos a temblar. La mano aguardaba unos segundos, lista para descargar un golpe sobre algún desprevenido. Esa pausa, apenas perceptible si el cuento tenía atrapado a nuestro verdugo, se alargaba peligrosamente en caso de que el relato fuera flojo. Aquello representó una lección duradera de bien escribir. 

No me cabe la menor duda de que a menudo un buen cuento, y a veces tan solo una buena línea, nos ahorró unos certeros golpes en la nuca. Habría, pues, que escribir siempre así: bajo una constante amenaza física, en un pupitre incómodo, con la cabeza gacha y rogando por la eficacia de cada frase. Pero hoy, por desgracia, en la inmensa mayoría de los talleres de literatura solo se enseña a escribir con la frente en alto.

sábado, diciembre 12, 2020

Café Slott, de Eduardo Garay Vega

Entre las anomalías de esta bifurcación temporal o realidad alternativa por la que estamos atravesando, sucedió que este año tres colegas (personas cercanas, queridas) me invitaron a escribir los prólogos o textos introductorios para sus libros. 

Y ya está una de estas publicaciones anunciada en el catálogo de la editorial La Tinta del Silencio. Se trata del nuevo libro del narrador queretano Eduardo Garay Vega: Café Slott. Les invito a leerlo. 



Seguro pronto habrá presentaciones (a distancia o como sea) y algunas visitas a ese café y algunos otros sitios típicos de Querétaro.

Estos son los anteriores títulos de Lalo: