Una carta no es correspondencia, puede serlo si hay respuesta. La palabra se sella, viaja, se lee y se responde. Una carta puede ser epístola si es escrita y leída con pasión. Así estos dos gigantes, uno sensei y otro aprendiz, ambas sensibilidades unidas por el idioma, la poesía y la muerte.
El morbo al leer la correspondencia ajena. La admiración, por supuesto.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario