Cuando viajo a otra ciudad suelo hacerlo en autobús. Casi siempre solo.* Si alguien me pregunta por teléfono o mensaje que cuánto falta o ya dónde voy, casi siempre contesto: "vamos por tal parte" o "ya cruzamos el kilómetro tal". No falta quién me manifieste su extrañeza: ¿pues con quién vas? o ¿con quién vienes? En autobús nunca viajamos individualmente. Viajo solo, pero aunque sea por minutos o por horas somos un colectivo que no se conoe unido por un chofer y una carretera. Me ha tocado que se ponche una llanta en medio de la nada, que se detenga el autobús en una gasolinera, o que alguien se sienta mal y hay que atenderlo en lo que llegamos a nuestro destino. Nuestro, plural. Ronquidos, gritos, llamadas, idas al baño, atracciones fugaces como la del personaje de García Márquez por la bella durmiente en el avión. Y ahí vamos, cada quien a su manera, por trabajo o diversión, pasaje y paisajes mediante.
* Ha habido muchos viajes en pareja o en grupo, algunos épicos y otros románticos, unos de risa loca y dignos de escribirse, pero ya platicaremos de ellos en otra ocasión.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario