«Tomó valor y se puso de pie. Correspondió a todas las miradas mientras pronunciaba las palabras que mentalmente cambió de orden, hasta que llegó su turno de hablar. —En este momento inseguro no concibo más alternativa que la ejecución del Proyecto. La gente no sabe, hay muchos distractores: la economía, el hambre, las votaciones... y el problema crece silencioso, dentro de poco no habrá tiempo para actuar. Debe ser ahora, sin duda—.
Notó que el más viejo de los ahí reunidos, un hombre en mangas de camisa blanca, se incorporó en su asiento, preparado para interrumpir. Fausto se dirigió hacia él, adivinando la pregunta nonata y respondió—: Puede parecer ambicioso, pero toda medida que ponga remedio a este gran daño debe serlo. —El hombre no esperó a que terminara para cuestionar de golpe—: Y dígame, ¿ha considerado los efectos paralelos? —y sobre esas palabras se impusieron otras de franca irrupción, hasta imperar un escándalo total por la descarga simultánea de argumentos. El hombre de camisa blanca hizo un admán y movió la cabeza, no dijo más.
Siguió hablando rápido, haciendo muchas pausas porque se le acababa el aire, pero sin soltar la palabra tomada hacía ya varios minutos. Cuando creyó agotar su exposición de motivos volvió a sentarse posando en los demás sus ojos brillantes. Ellos mantenían un diálogo con miradas. Él sentía un galope en el pecho que hacía eco en las sienes. Pendiente de los murmullos de la sala, alcanzó a escuchar al de saco de rayas diciendo que todo era una farsa. Herido por el menosprecio esforzó la voz.
—¡Ninguna farsa!...
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Asamblea del fin del mundo, La sombra de las cornisas, Editorial Ponciano Arriaga, 2017
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