martes, marzo 10, 2020

Lecturas 7: Valencia

Si, como dicen, es un error creer que la astronomía estudia los cuerpos celestes cercanos o lejanos, planetas y soles, la huída centrífuga de las galaxias, caudas, estrellas muertas, anillos, hiperiones de estrellas enanas...

Si, como dicen, la astronomía no se consagra a esas contadas concreciones de luz astral infinitamente distantes entre sí, sino al vacío que las separa y las envuelve...

Entonces, comprendo y acepto nuestro amor, esa historia de la nada entre encuentro y encuentro, esos viajes fuera del espacio y del tiempo, esa deriva sin finen las tinieblas flotantes, esa cesación del movimiento y de la dirección del movimiento, ese fracaso de la voluntad, esa insonora música de las esferas, esa lucha ciega contra lo amorfo, esos pasos en el vacío y ese vacío en que dar pasos ya no significa nada y a nada conduce, esa eternidad sombría que cobijó, maternal, los escasos planetas que cosechamos como frutas de octubre; esas edades cósmicas transcurridas en ausencias de espera y esperanza, y las mortalmente taciturnas de ausencia definitiva; ese espacio que en la suma final será nuestra única realidad... nuestra única vendimia... nuestra única constancia...

¿O me equivoco, amor?



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Minotauromaquia. Crónica de un desencuentro, 1976; UNAM, 2019

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