Me receto tiempo, abstinencia, soledad.
Jaime Sabines
Era cuestión de días. Todo se ha pospuesto por quienes pueden o podemos. Algunas actividades se han cancelado, otras ya se verá. Muchos calendarios y agendas se han quedado en blanco. Posponer es, sí, un privilegio. No lo tienen personas en situación de calle, gente que trabaja por su cuenta, los hoy llamados «operarios», los antes llamados «cerillos» de supermercado, taqueros, vendedores, repartidores, choferes, trabajadores del servicio público, comerciantes formales e informales que dependen de lo que consigan cada día. En el símil bíblico, parece que se alargarán los días en el desierto para meditar o ser tentados. Parece que habrá pasión, mas no crucifixión. Hay que ver cómo se da y se aplica la alerta sanitaria en las colonias, en los pueblos.
De mi parte, tomo otro receso en mi laberinto de distancias plenas de ecos, no sin antes invitar a quien lea estas líneas a que lea Fuera de mí, eufemismos para ciertas locuras. Aquí al lado están los datos de El Diván Negro. También, en unos días, vienen algunos textos extra para Pulso.
Reitero la invitación a escribir sobre este y otros apocalipsis. Y a compartir esos textos.
Habitar la soledad, conocerse a uno mismo, es un arte. Cuestión de ego, de yo y ello, de karma. La paz mental no se logra de un día para otro, como todo amor es cuestión de tiempo y constancia. Si podemos, son horas de habitarnos cada uno, de comprendernos y perdonarnos, de recuperar a golpe de latidos las distancias físicas. Higiene también en nuestra mente, con el mismo cuidado con que debemos lavarnos las manos.
Si alguien sonríe o nos piensa no todo está perdido.
En mi laberinto no suelo hablar. Buenas vibras. Nos leemos pronto, espero.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario