Microtextos de la calor

Iba a escribir algo más extenso sobre la contaminación, la tala de árboles, sobre todo lo que hacemos mal para cambiar el clima del planeta. Pero los textos se deshidrataron.

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Fue a las dos de la tarde. La vi a lo lejos, y me sonrió. Era como un oasis en el desierto y su voz terminó de derretirme: "¿De qué sabor va a querer su congelado, joven?"

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—Qué bonito sueño. 

—Es un espejismo. 

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Te juro que estuve escribiendo toda la tarde pero se evaporaron las letras. ¿Puedes olerlas? Siguen diciéndote lo que escribí.

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Solo a una persona en todo el mundo se puede pedir un abrazo a horas como estas. El riesgo de asarnos en nuestro jugo es lo de menos.

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Sudar tinta a mares al escribir para que salgan apenas una o dos palabras...