miércoles, mayo 30, 2018

Arturo Antonio Szymanski Ramírez (1922-2018)


Era 1994. Cada domingo después de misa de una en la Catedral Metropolitana de San Luis Potosí, Queta (Enriqueta Martínez Fonseca) y Cleta (María Luisa Olivo), decanas de la fuente religiosa, coordinaban las ruedas de prensa de Szymanski: ¿Qué le vas a preguntar? Yo cubría la fuente para El Heraldo, como luego lo hice para El Ciudadano Potosino.

Los de la fuente lo acompañábamos a sus pequeñas giras: municipios, el Seminario Mayor, el Santuario Basílica de Guadalupe. Queta y Cleta siempre junto a él. Sus declaraciones eran "la de ocho" los lunes.

Una vez el arzobispo me regaló un misal: "Ten, a ver si se te quita lo hereje". Risas. No se me quitó.

Solía decir que los potosinos somos como las tunas, que por fuera nomás se ven las espinas, pero "la pulpa de la tuna es dulce, lo que hace falta es darnos cuenta de que tenemos espinas, pero hay que quitarlas".

Hábil y gustoso de la política, nombró como sus voceros en el arzobispado, a su diestra y a su siniestra, a Joaquín Antonio Peñalosa y a Darío Pedroza Martínez (en ese tiempo el apoderado legal de la Arquidiócesis era Eduardo Córdoba, hoy prófugo). Hasta el último (96), Szymanski celebró cada año su natalicio en una gran reunión con políticos, empresarios y periodistas. La innegable influencia de quien fuera el primer arzobispo de SLP llegó a muchas esferas, de una forma u otra.

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