viernes, septiembre 09, 2016

Nunca es suficiente

Nunca es suficiente tiempo el que viven quienes amamos, quisiéramos tenerlos para siempre, con una imagen feliz, jovial, seguir compartiendo con ellos buenos momentos.
Algunos, a veces, quisiéramos morir antes que quienes amamos.

¿Eran cercanos?, me preguntan. Por supuesto, gracias a ella aprendí a amar el cine.

¿Eran cercanos?, me preguntan. Por supuesto, compartimos muchos días en este mismo mundo.
Me sonrió muchas veces. Y aunque hubiera sido una.

Pienso en otros tiempos, en las bromas, en cómo atesorar los recuerdos construidos con esa persona.

A veces no hay palabras suficientes para el duelo, o salen lentas, sin sentido. Es cierta la frase de Wittgenstein, y por eso nuestra lengua, limitada, se limita aún más: nuestro universo se comprime cuando alguien se va.

Comparto lágrimas con otros seres queridos: nos llovemos, nos preguntamos sobre nuestro trabajo, nuestra salud. Nos abrazamos, nos condolemos. Alguien ya no está y aunque juntos los que quedamos nos sentimos solos, cada vez más solos.

Le hablamos a esa persona especial, queremos creer que nos oye, que sonríe desde algún lugar, que seguirá en y con nosotros. Cristal de por medio. Creemos que sueña y que en los sueños nos responderá. Quizá así sea.

Decir adiós nunca es fácil, nunca es suficiente la vida de esa persona que ha hecho (toda, mucha o unos maravillosos instantes) la nuestra inolvidable.

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