jueves, julio 07, 2016

Riesgos profesionales del artista

Muchos músicos tienen la ilusión de morir en el escenario, como le pasó hace unos días a don Lupe Tijerina, de Los Cadetes de Linares. El músico se presentaba en Ciudad Fernández, San Luis Potosí cuando llegó el infarto. Ha habido muertes propias y ajenas (por enfermedad o por asesinato), como la del italiano Giuseppe Mango o el asesinato de Dimebag Darrell, del grupo Pantera.

A algunos toreros como El Pana se les cumple morir en la arena, frente al toro.

¿Y los escritores? Cuentan que el principal riesgo profesional de un escritor es el suicidio: Emilio Salgari, Yukio Mishima, Stephan Zweig, Sylvia Plath, John Kennedy Toole, Virginia Woolf o Ernest Hemingway. En El Mundo se dice:

"Si bien no puede establecerse de forma categórica una mayor incidencia de suicidios entre los escritores que entre la población general (la dificultad de delimitar con precisión la profesión de escritor es una de las muchas razones que impiden semejante estadística), Pérez Rojo cita estudios según los cuales sí cabe inferir un índice superior de patología mental "que otros profesionales considerados de éxito". "El viaje de la creatividad es azaroso -reflexiona-. Se necesita una estructura interior fuerte para que el viaje pueda ser de ida y vuelta, no sólo de ida".
La noción de patología mental, resbaladiza en extremo, nos conduce a la relación mil veces comentada entre creatividad y locura, y suele pasar por alto en demasiadas ocasiones que los locos de ayer podrían ser los extravagantes de hoy. Tras varias crisis nerviosas, Gérard de Nerval volvió a ser internado después de sacar a pasear a una langosta con un lazo azul por los jardines del Palais Royal de París. En nuestros días, quizá saldría en las revistas del corazón y marcaría tendencia".

Siempre será asombroso, doloroso, ver que una vida se transforma en sólo un cuerpo, aunque siempre lo haya sido. Y más si ocurre frente a nosotros, si queríamos a ese alguien en nuestra vida. Ya no es quien conocíamos, a quien admirábamos. Nunca los seres queridos son tan viejos para morir, ni tan enfermos (ya verás que pronto vas a estar bien, les (¿nos?) decimos). Pero también es cierto que a cada instante ya no somos los mismos, que hay momentos en que ni nosotros nos aguantamos. Cuando es voluntaria, la muerte suele calificarse de valiente o de cobarde, como si no hubiera tantas gamas entre una y otra. En todo caso, es atender a la individualidad, valor tan poco apreciado en el sistema que vivimos.

Cuando llega haciendo lo que queremos o nos gusta, la muerte es parte del mismo ciclo. Creación y destrucción. A veces sólo se necesita que el corazón se acelere un poco, sea en la cama, en el escenario o con ciertos recuerdos.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario