viernes, octubre 23, 2015

Una amenaza contra su objeto - Zygmunt Bauman

«El amor es el anhelo de querer y preservar el ob­jeto querido. Un impulso centrífugo, a diferencia del centrípeto deseo. Un impulso a la expansión, a ir más allá, a extenderse hacia lo que está “allá afuera”. A ingerir, absorber y asimilar al sujeto en el objeto, y no a la inversa como en el caso del deseo. El deseo es ampliar el mundo: cada adición es la huella viva del yo amante; en el amor el yo es gradualmente transplantado al mundo. El yo amante se expande entregándose al objeto amado. El amor es la su­pervivencia del yo a través de la alteridad del yo. Y por eso, el amor implica el impulso de proteger, de nutrir, de dar refugio, y también de acariciar y mimar, o de proteger celosamente, cercar, encarcelar. Amar significa estar al servicio, estar a disposición, es­perando órdenes, pero también puede significar la expropiación y confiscación de toda responsabilidad. Dominio a través de la en­trega, sacrificio que paga con engrandecimiento. El amor y el ansia de poder son gemelos siameses: ninguno de los dos podría sobre­vivir a la separación.

»Si el deseo ansia consumir, el amor ansia poseer. En cuanto la satisfacción del deseo es colindante con la aniquilación de su obje­to, el amor crece con sus adquisiciones y se satisface con su durabi­lidad. Si el deseo es autodestructivo, el amor se autoperpetúa.

»Como el deseo, el amor es una amenaza contra su objeto. El de­seo destruye su objeto, destruyéndose a sí mismo en el proceso; la misma red protectora que el amor urde amorosamente alrededor de su objeto, lo esclaviza. El amor hace prisionero y pone en custo­dia al cautivo: arresta para proteger al propio prisionero.»

Amor líquido

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