lunes, octubre 21, 2013

A propósito de una película dominguera


Constantine es una película de 2005, basada en la historieta Hellblazer. La vi de nuevo en televisión abierta. Sí, otra vez, hay películas que no puedo evitar ver cuando las pasan en la tele, así tenga el dvd. El diálogo de Lucifer con el protagonista, o el de éste con el andrógino arcángel Gabriel, bajo su pie, son muy reales, tan reales como este infierno que habitamos todos los días, Calvino dixit. Y se relaciona con la entrada anterior en este blog, con un libro de ensayos sobre mitología que estoy leyendo (que luego compartiré, of course), y con el Fausto, de Goethe —artista que se trasciende, fascinante, sabio como al que en verdad nada humano le es ajeno, aunque a veces le sea extraño—, que está en la lista de mis relecturas. Me gustan de esta película, y de otros textos, los diálogos, la apuesta, el juego entre seres o mentes. Los paisajes oníricos, el vuelo. Disfruto los enfrentamientos entre ángeles y demonios, en la ficción y en la vida real, cuando hay honor, amor e inteligencia. La interacción entre mundos opuestos. Siempre hay posibilidad de perder, pero ya pocas veces se nos presenta la oportunidad de confrontarnos mediante la palabra, de presentar argumentos, reconocernos, de jugarnos el alma con una sonrisa. 

Dice Giovanni Papini sobre el diablo: "Es necesario que alguien le tienda la mano y reavive su espíritu y ese alguien no puede ser Dios. Pero este alguien, que en el lenguaje humano se llama hombre, no sabe o no recuerda o no quiere. Debía ser el salvador de Satanás y se ha convertido en su siervo: lo ayuda a permanecer donde está, en el fondo sin fondo de la soledad..."

Coincidencias, casualidad, las lecturas cruzadas (películas, blogs, libros, tuits, música) llegan sin pensarlo pero, como el escribir, quizá surjan del deseo, inconfesable o no, de ese algo que nos hermana en la condena o la salvación, como si quisiéramos un pacto. Hay quien abre sus alas en medio de la tormenta. Y antes de soñar, de dejarme llevar, releo sonriente —a pesar de un intenso dolor de cabeza—, un fragmento inicial del Fausto:

Mefistófeles: "Ya que de nuevo te llegas acá, Señor, y preguntas cómo andan las cosas entre nosotros, y ya que en otro tiempo solías verme con agrado, aquí me ves también entre la servidumbre. Perdona, yo no sé expresarme con palabras altisonantes, aunque me escarnezca el coro entero. Mi jerigonza te movería ciertamente a risa, si no hubieras perdido la costumbre de reírte. Nada puedo decir del sol ni de los mundos, no veo más que una casa: la miseria del hombre. El pequeño dios de mundo es siempre de la misma calaña y tan extravagante como en el primer día. Un poco mejor viviera si no le hubieses dado ese vislumbre de la luz celeste a la que da el nombre de Razón y que no utiliza sino para ser más bestial que las bestias todas. Me parece, con perdón de vuestra Señoría, una de esas langostas de largas patas, que siempre vuelan y saltan al volar, sin que por ello dejen de entonar su antiguo cantar en la hierba. ¡Si tan sólo se quedara para siempre en la hierba! ¡Pero no, le es preciso meter la nariz en todo lugar!
Y tras la apuesta:
El Señor: "Puedes aparecerte, pues, también a tu albedrío. Jamás odié a tus semejantes; de todos los Espíritus que niegan, el burlón es el que menos me molesta. Harto fácilmente puede rajarse la actividad del hombre, y éste no tarda en aficionarse al reposo absoluto. Por esta razón le doy gustoso un compañero que, debiendo obrar como diablo, le incite y ejerza influencia sobre él..." 
Mefistófeles (solo): "De tiempo en tiempo pláceme ver al Viejo, y me guardo bien de romper con Él. Muy linda cosa es, por parte de todo un gran Señor, el hablar tan humanamente con el diablo..."


Y suscribo. Todos los textos tienen una letra pequeña que casi nadie lee.

¿Dónde hay que firmar?

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