El coraje es que ya no hay buenos ni malos: hay negociadores (de puestos, de intereses, de vidas) y oportunistas, y solo varía quén escribe qué historia. ¿Cómo hacer que los partidos se hagan para atrás si son ellos los que por medio de las leyes y los gobiernos, a veces hasta por medio de los órganos "ciudadanos" y los medios de comunicación, se apapachan y se sirven con la cuchara grande?
Ganó el PRI el domingo pasado en tres estados de México. Y a menos que ocurra un milagro podría recuperar la presidencia en 2012. Creo en los milagros. Espero que podamos organizarnos a pesar de la derecha y de la izquierda, pero para eso necesitamos quitarnos de encima a los partidos de cualquier tendencia, agazapados en sus oficinas partidistas o de gobierno, con leyes y noticias a modo, asociados con periodistas, intelectuales, "líderes de opinión" y representantes "ciudadanos".
Por mientras, Elba Esther confiesa con cinismo haber transado candidaturas, puestos y apoyos; en Televisa se crean y recrean versiones oficialistas; Cordero se lanza como precandidato diciendo que con seis mil pesos la hacemos; Calderón mediatiza los reclamos ciudadanos y dice que no va a cambiar su guerra contra el crimen organizado... y felicita este jueves a la selección de futbol sub17 por su triunfo, aunque no habla de lo que pasó unas horas antes en Michoacán, donde inició su guerra particular.
Y en mi tierra, una de tantas, carros incendiados, balaceras, gente corriendo y otros escondidos tras las paredes, los que no viven en casas de madera y lámina. Apatzingán y Morelia vivieron una jornada de guerra, aunque el gobierno ya no le llame así.
En mi otra tierra, San Luis Potosí, cultura y política por los suelos, no pasa nada a menos que el gran hermano quiera que pase. Pero esa es otra historia...
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