Antes en cada iglesia estaba la imagen de una virgen enlutada, entre mantos morados, y naranja e hinojo, y se regalaba agua de lechuga a los fieles. Hoy, ni falta hacen los altares en México, en San Luis Potosí: en cientos de hogares hay velos morados, negros; en tantas casas hay lágrimas de madres y deudos, amargas; miles lloran la pérdida de un hijo en una guerra que no salva a nadie, en la que no hay buenas nuevas. Todos se pelean el reino de este mundo y se lavan las manos. Pagan santos por pecadores.
Sea por dios. Empieza la semana santa.
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