lunes, abril 05, 2010

para el insectario

Me quedé escribiendo hasta muy tarde cuando una avispa zumbó en mi oído. Me tiré un manotazo y vino a posarse en la hoja ya no tan blanca. Real o imaginado, sentí la comezón del aguijón en la oreja y aplasté a la avispa con la punta de mi pluma bien enfundada en tinta. Ya no pude distinguir de qué color fue su muerte, arrastrada en un renglón más, como todos sin sentido. Tal vez se transformó en luciérnaga, tal vez era una musa que daba vueltas al foco, sin atreverse a hablarme. Pero seguí, tras un breve suspiro. casi dormido sobre la historia que pesaba casi tanto como el sueño, una historia, digamos, un poco manchada pero escrita con sangre. No la pienso dejar. Como dijo Barthes, un delirio sólo existe si despertamos de él.

1 comentario:

  1. Escribir es soñar despierto, hacer posible todas las historias, incluso las que se escriben con sangre.
    Magnífico texto.
    Siempre disfrutando en este espacio.

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