"Esta facultad es (…) de la naturaleza general del instinto, parecida a los instintos de los animales en que sobrepasa por mucho los poderes generales de nuestra razón y en que nos dirige como si estuviéramos en posesión de hechos que están completamente más allá de nuestros sentidos. Se parece también en su pequeño riesgo de error; pues aunque se equivoca más a menudo que acierta, sin embargo la relativa frecuencia con que acierta es en su conjunto la cosa más maravillosa de nuestra constitución".
Charles S. Peirce
A veces ocurre debajo de la regadera, a veces mirando al techo desde mi cama o sonriéndole a una fotografía; en ocasiones empiezo a leer y no sigo el libro que empecé sino que se disparan otras historias, pensamientos.
Pero casi siempre el juego se aclara justo cuando cierro los ojos para tratar de dormir: lo leído, lo vivido y lo imaginado se hermanan y las palabras arman el mundo que había pensado, las pistas adquieren coherencia, las intenciones quedan claras. Es el click.
Sucede que al levantarme por la mañana el orden no es tal, el cubo de rubik ya resuelto vuelve a su estado de desorden, por lo que a veces me levanto aunque me muera de sueño para anotar en la pared con plumón grueso otra frase en alguno de los ya pocos lugares disponibles. Otras noches, prefiero que el sueño cumpla su cometido y se funda con la iluminación interna o los recuerdos. No importa. La poesía ya se dio. Si llega al papel (o a la pantalla) será ganancia.
No sé si algún día pintaré las paredes para empezar de nuevo, o si me mudaré a otro lugar donde pueda plasmar nuevos sueños. Por lo pronto no sé cómo abrir los los ojos sin despertarme.
No importa. La poesía ya se dio. Si llega al papel (o a la pantalla) será ganancia. Menuda reflexión. El problema es que la ganacia nos mantiene en pie para seguir creando y que lo olvidado muere. Aunque el espíritu queda para siempre.
ResponderBorrarFantástico texto.
Un abrazo.