viernes, septiembre 08, 2006

Europa: Mi encuentro con Javert (segunda parte)



La espera que desespera. Pasaron dos horas y perdimos el avión, aunque los oficiales nos aseguraron que nos ayudarían a conseguir otro. Lo malo es que con las amenazas de bomba Air France no soltó las maletas y se quedaron con las ganas de echarle el guante a nuestros calzones.

—Tienen que esperar —dijo Javert.

Y yo con las ganas de fumar, después de un largo viaje. Me dieron permiso en una parte del sucio corredor que estaba lejos de la alarma de fuego. El cigarro fue inspeccionado de lejos por el inspector y otro guardia se quedó conmigo, por si acaso me escapaba como Edmundo Dantés.

Me aventé como cinco de un jalón...

Pero no eran suficientes. Estaba nervioso, aunque digan que el que nada debe nada teme. Del otro lado del vidrio pasaban muchas personas, pero para ellos era un espejo limpio. Javert seguía empecinado en que yo tenía que traer algo (ilegal) en la maleta. Lo bueno o lo malo es que Air France nomás no soltaba las maletas por las amenazas del día anterior en Inglaterra.

¿Qué tal si echaban algo a la maleta para justificarse? Quien conozca a la policía mexicana sabrá que no es descabellada la idea.

Después de tres horas, como a las cinco de la tarde, hora París, nos soltaron un "usted disculpe" y nos acompañaron a cambiar nuestro boleto. Javert aún me volteaba a ver, como para estar seguro de que no me estaría burlando de él. Nos dejaron en la sala de espera y nos avisaron que al avión a Madrid salía a las siete con diez minutos. compramos una baguét, un refresco y un café por 9.50 euros y esperamos amodorrados. Me acompañó en la palm el buen Jean Valjean, preso en ese rato por haber robado una hogaza de pan.

Viaje sin contratiempos. Comprobamos por qué mucha gente odia la comida de los aviones. Llegamos a madrid y fuimos a recoger las maletas. media hora y nada. Por fin, las bandas se echaron a andar y la mayoría de las personas recogieron las suyas y se fueron. Las nuestras nada. Eran las 11 de la noche cuando la encargada de quejas nos informó que seguramente las petacas estarían en París y que llegarían al día siguiente.

Error: los datos del hotel estaban en el equipaje. Pos mañana le hablamos, señorita, para decirle en qué hotel vamos a estar.

La forma de hablar gritada de algunos personajes del aeropuerto Barajas nos hizo saber que no sería fácil encontrar información. Por fin se nos ocurrió revisar en Internet y encontramos el nombre de nuestro destino: Hotel Rafael Atocha. Gracias a Air France, a Javert y a sus ayudantes perdimos el traslado incluido en el tour y tuvimos que pagar 28 euros para llegar al hotel. Yo me bajo en Atocha, canturreamos, cansados.

Las luces de Madrid son tan bellas...

He sido un paria en París,
México me atormenta, Buenos Aires me mata,
pero siempre hay un tren que desemboca en Madrid,
pero siempre hay un niño que envejece en Madrid,
pero siempre hay un coche que derrapa en Madrid,
pero siempre hay un fuego que se enciende en Madrid,
pero siempre hay un barco que naufraga en Madrid,
pero siempre hay un sueño que despierta en Madrid,
pero siempre hay un vuelo de regreso a Madrid.

Y así, arribamos por fin a la madre patria. Y olé.

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