Las mujeres hemos estado compitiendo por la adquisición del poder en todos los ámbitos sociales; primero, a manera de supervivencia; segundo, porque tenemos la misma capacidad; tercero, porque el poder seduce. Sin embargo, nuestra sensibilidad y nuestra intuición no nos permiten entregarnos tan fácilmente a la ambición y a la adicción que genera el poder. Por eso lloramos, por eso desistimos, por eso —finalmente— buscamos a ese hombre o esa mujer (pero que se enfrenta a los hombres como igual), para que sean ellos los que luchen en dicha carnicería social, mientras el reto se vuelve apoyar a ese hombre o a esa mujer, hacer equipo, y combatir juntos a la inconsciente confusión y al dolor. Las mujeres lloramos hasta volvernos piedras, piedras hechas de lágrimas, frágiles, piedras de sal. Trabajamos hasta convertirnos en piedras, con el sudor de nuestro cuerpo, hasta alcanzar la inmovilidad, hasta exprimir toda la potencia de nuestro ser, vamos convirtiendo, también, nuestros cuerpos en piedras de sal. Piedras que una vez que vuelven a estar en contacto con el agua, con el amor, se disuelven y se entregan al flujo constante de la vida.
lunes, marzo 08, 2021
Acerca de Delta de sol (fragmento) - Lucía María
Las mujeres hemos estado compitiendo por la adquisición del poder en todos los ámbitos sociales; primero, a manera de supervivencia; segundo, porque tenemos la misma capacidad; tercero, porque el poder seduce. Sin embargo, nuestra sensibilidad y nuestra intuición no nos permiten entregarnos tan fácilmente a la ambición y a la adicción que genera el poder. Por eso lloramos, por eso desistimos, por eso —finalmente— buscamos a ese hombre o esa mujer (pero que se enfrenta a los hombres como igual), para que sean ellos los que luchen en dicha carnicería social, mientras el reto se vuelve apoyar a ese hombre o a esa mujer, hacer equipo, y combatir juntos a la inconsciente confusión y al dolor. Las mujeres lloramos hasta volvernos piedras, piedras hechas de lágrimas, frágiles, piedras de sal. Trabajamos hasta convertirnos en piedras, con el sudor de nuestro cuerpo, hasta alcanzar la inmovilidad, hasta exprimir toda la potencia de nuestro ser, vamos convirtiendo, también, nuestros cuerpos en piedras de sal. Piedras que una vez que vuelven a estar en contacto con el agua, con el amor, se disuelven y se entregan al flujo constante de la vida.
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