«En un artículo titulado How Roman authors used social networking, Standage relata que “era vital elegir a la persona adecuada para dedicar el libro que un autor había escrito”. “El candidato ideal debía ser famoso, influyente y, en cierto modo, vanidoso. Eso aseguraba que hablaría del libro a sus amigos y conocidos. También era conveniente que ese individuo tuviese una gran biblioteca por donde pasaran eruditos y filósofos. El candidato debía tener un grupo de escribas de confianza porque si un visitante veía un libro y le gustaba, pediría a su dueño que le hiciera una copia. Era el propio autor quien regalaba su obra y pedía a sus amigos que la movieran entre otras personas e hicieran todas las copias que quisieran”...»
["Los medios sociales son más viejos que Matusalén", por Mar Abad, en Yorokobu]
No hay comentarios.:
Publicar un comentario