y tiempo para todas las obras y los días de nuestras manos
que elevan las preguntas y las dejan caer sobre tu plato;
tiempo para ti y tiempo para mí,
tiempo bastante aun para mil indecisiones,
y para mil visiones y otras tantas revisiones,
antes de la hora de compartir el pan tostado y el té.
En el salón las señoras están deambulando
y de Miguel Angel están hablando.
Ya habrá tiempo. Ya lo habrá.
Para preguntarnos: ¿Me atreveré yo acaso? ¿Me atreveré?
Tiempo para dar la vuelta y bajar por la escalera
con una coronilla calva en medio de mi cabellera.
Ellos dirán: «¡Ay, cómo el pelo se le está cayendo!»
Mi sacoleva, el cuello que apoya firmemente mi barbilla,
mi corbata, opulenta aunque modesta y bien asegurada
por un sencillo prendedor.
Ellos dírán: «¡Ay, cuán flacos tiene los brazos y las piernas!»
¿Me aventuro yo acaso a perturbar el universo?
En un mínuto hay tíempo suficiente
para decisiones y revisiones que un minuto rectifica.
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Fragmento de Canción de amor de Alfred Prufrock Thomas Stearns Eliot (1888-1965)
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