Cuando nací
me pusieron dos lágrimas
en los ojos
para que pudiera ver
el tamaño del dolor de mi gente.
* * * * *
La llama de nuestra sangre arde,
inapagable
a pesar del viento de los siglos.
Callados,
canto ahogado,
miseria con alma,
tristeza acorralada.
¡Ay, quiero llorar a gritos!
Las tierras que nos dejan
son las laderas,
las pendientes:
los aguaceros poco a poco las lavan
y las arrastran a las planadas
que ya no son de nosotros.
Aquí estamos
parados a la orilla de los caminos
con la mirada rota por una lágrima...
Y nadie nos ve.
* * * * *
Saqué de mi cabeza tu nombre y
lo dejé perdido en el monte.
Lo recogió el aire
y agarró caminos
entre los barrancos.
Yo comencé a olvidar
De repente
chocó contra los peñascos
y regresó el rebote.
La lluvia se puso a cantar
Y tu nombre me llegó llorando.
* * * * *
* * * * *
Cuando descubrí la poesía
comencé a recordar...
Mi poesía es un viaje de regreso.
* * * * *
Quisiera dejarte
mi corazón así como está:
roto.
Con el sueño de que tal vez
la grieta pudiera servirte de
puerta.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario