No se trata de ideologías, ni de proyectos renovados de desarrollo nada más, es la expresión básica y vital de una sociedad que se reconoce a sí misma en su capacidad de reorganizarse y comenzar a despojarse de lo grilletes del poder usurpado por gestores de la violencia y el saqueo.
El nuevo gobierno federal no se puede equivocar en su ejercicio de justicia; la gobernabilidad del país está en su capacidad de reconocer a los actores locales y regionales que pueden articular los cambios que se requieren.
Como no lo fue antes, y no lo es ahora, las alianzas verdaderamente democráticas no están encasilladas en los partidos políticos, son diversas y responden a distintas experiencias. El horizonte zapatista no es ajeno a ello, como no lo son otras experiencias comunitarias, urbanas y rurales, que enriquecen la cultura política de la Nación.
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Fragmentos de "La construcción de lo social o reinventar el país" (completo acá, en Sin Embargo)
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