lunes, junio 05, 2017

La novela es cosa de viejos - José Luis Sampedro

«Hoy pienso que, verdaderamente, me he ido forjando como escritor a través del tiempo. Mi primera novela, "La estatua de Adolfo Espejo", la terminé a los 23 años, en 1940. Y se publicó medio siglo después; el año 1994, concretamente. Al revisarla para su publicación, descubrí en ella ideas que yo pensaba que pertenecían a otras novelas posteriores. Con esto quiero decir, simplemente, que la personalidad se forja en la adolescencia. A partir de los 25 años tienen que pasar cosas muy graves para que uno cambie... La primera novela que publiqué fue "Congreso en Estocolmo", en 1951. Tres años antes había publicado una obra de teatro: "La paloma de cartón". Mi último escrito en ver la luz, el año pasado, ha sido "El amante lesbiano". Así que desde aquella primera obra dedicada a Adolfo Espejo hasta esta última han pasado seis décadas. Un tiempo suficiente para madurar como persona y como escritor. Porque una cosa no puede ir separada de la otra: hay que vivir y madurar para escribir. Siempre he creído, ciertamente, que la novela es cosa de viejos.

»En todo caso, y desde la perspectiva de la literatura en general, hay historias que no se conciben fuera de un determinado ambiente. Hamlet, fuera del mundo hiperbóreo, no creo que tenga demasiado sentido. Imaginaos por un momento el personaje en Sicilia... ¿Creéis que puede encajar, allí? Yo no, desde luego. La verdad es que no nos damos cuenta, pero el entorno nos condiciona en una gran medida. Por este motivo lo tengo muy en cuenta a la hora de elaborar una novela. Y no se trata tan sólo de atender el escenario en el que enmarco la acción; también cuido el nombre de los personajes, y el título mismo de la novela. A veces, no he escrito el nombre del personaje hasta que he encontrado uno oportuno. Todos los nombres de persona tienen connotaciones; es algo innegable. Robustiana, por ejemplo, nunca podrá ser el nombre de la doncella de una novela romántica. Es una cuestión de afinidad hacia el contexto, de "credibilidad" literaria. Y no es, desde luego, algo fácil de tratar. En muchas ocasiones he cambiado los nombres de algunos de mis personajes bien avanzada la novela. Es aquello de no colocar una perla en un saco de arpillera... En síntesis, pienso que la clave de un libro es situarlo todo en su contexto...»

Entrevista en Biblio 3W.

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