El 2 de octubre lo eligió para marcar su vida y en su muerte él eligió el 2 de octubre. Horas antes, en su ultima columna en Milenio escribió su despedida, titulada justamente "Podemos adivinar el futuro...":
«Escribo esta predicción la noche del 4 de agosto. Cuando se publique será domingo 2 de octubre. Habrá una manifestación de chavos que no saben qué es lo que “no se olvida” porque ya lo olvidaron o nunca lo han sabido. Habrá hordas de vándalos robando, quemando, golpeando. Si no los detiene la policía serán infiltrados al servicio de la policía y pretexto para reprimir a los ordenados manifestantes. Pero, si logra detener a algunos, mágicamente se transformarán en “presos políticos”, chivos expiatorios del vandalismo de los infiltrados por la policía. […] Ya es 5 de agosto en la madrugada. El 2 de octubre será como describo. Repetiré: Qué bella cabeza tienes, Augusto joven, camarada. Ven, recuéstate en mi pecho, te paso un brazo por debajo de tu cabeza y tú pasas un brazo bajo mi espalda... Cómo hueles bien. A marroquinería italiana fina, a bolso de piel en Verona. Mélekj, vasiliá, rex, rey... ¡Ven por mí! ¡Anda, cabroncito del color canela, anda, vámonos al diablo!»
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