»Atrás de la literatura no hay nada. Nos hace girar como marionetas manejadas por un novato, para luego arrojarnos contra la pared y dejarnos embarrados como moscas. Y pensamos que estamos escribiendo páginas valiosas. Vemos nuestra foto en los diarios, nuestra imagen en la tv, guau, qué maravilla, ya eres un grande, así haz de escribir. Nada de esto pasaría si los libros fueran anónimos, si no figurara el nombre del autor en la portada. Que simple y llanamente se escribiera por el solo hecho de escribir. La vanidad entonces se desplomaría como las torres gemelas. Debería haber una editorial que sólo publicara libros sin firma. Yo compraría esos libros; pero quién sabe si publicaría ahí.
"Confesiones porcinas", en La Crónica
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