lunes, septiembre 26, 2016

Un deportista en la cama (fragmento) - Henry Michaux

«En el fondo, yo soy un deportista, un deportista en la cama. Para que me comprendan mejor: apenas cierro los ojos, héme aquí dispuesto. Si no patino, cabalgo sobre un caballo a grandes galopadas o hago interminables bureos en motocicleta.

Lo que me realiza como persona es el salto en el trampolín. No recuerdo haber visto nunca —ni siquiera en el cine— un salto tan perfecto como el que yo ejecuto. Mi salto es de tal desenvoltura que uno puede preguntarse si me arrastra algún peso considerable, misteriosamente oculto a la vista pero real, muy real y que me impulsa con la perfecta trayectoria de una flecha. Ah, no hay nada de pereza en mí en esos instantes.

En cuanto a los otros, los competidores, no existen con relación a mí. No puedo esconder la sonrisa cuando asisto —excepcionalmente me ocurre— a las competiciones deportivas. Los pequeños defectos en la ejecución del salto que no pueden ver los ojos del vulgo, inmediatamente llaman la atención del virtuoso, y no serán esos tipejos, esos TARADOS y demás quienes puedan batirme. Nunca serán competentes.

Volviendo a mis saltos de trampolín, difícilmente podría explicar su perfección. Para mí resultan tan naturales. Los trucos del oficio nunca me servirán de mucho ya que nunca he aprendido a nadar ni a tirarme al agua ni nada parecido. Preguntad al que bosteza cómo es que bosteza. No sabría explicarlo él mismo. Yo salto al agua como la sangre fluye por mis venas. ¡Oh, qué deslizamiento en el agua! ¡Qué admirable deslizamiento! Hasta uno duda en volver a la superficie, pero esto es como hablarle a la pared. ¿Quién de vosotros comprenderá jamás hasta que punto puedo circular en el agua como si fuese mi casa. Los verdaderos nadadores no saben que el agua moja. Los horizontes de la tierra firme les horroriza. Constantemente buscan volver al fondo de las aguas.»

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