viernes, mayo 13, 2016

Comprensión lectora y educación privada

En cada grupo escolar que he estado, como alumno o profesor, ha habido satisfacciones. En cada grupo que he dado clase hay al menos uno o dos alumnos que me hacen sentir orgulloso y deseoso de seguir compartiendo lo que sé, lo que me apasiona: la lectura y la escritura.

Siempre surge algún escritor en ciernes, alguien que pide otros libros, o duda, o cuestiona con argumentos válidos, otro que busca sugerencias sobre cómo mejorar como lector y como persona.

Aunque leer mucho no es garantía de escribir mejor:
"Para aprender a redactar es necesario fijarse en las construcciones de las frases y ser muy consciente de lo que ha intentado hacer un autor para luego ponerlo en práctica. No basta con leer de corrido y quedarse solo con la trama de la novela".
En una escuela privada de cuyo nombre no quiero acordarme hice hace poco una prueba de comprensión lectora. Fue la clásica: un pequeño texto, cinco preguntas con cinco posibles respuestas cada una. La prueba de opción múltiple se hizo a 86 alumnos de bachillerato y licenciatura, 56 y 30, respectivamente.

Solo una persona sacó bien los cinco aciertos. De bachillerato.

La mayoría, 53 de los 86 alumnos de esta escuela de nombre pleonástico, tuvo apenas dos, uno o cero aciertos en comprensión lectora. 16 de esos 53 no contestaron bien ni una sola pregunta. Leer sin entender: antes hubo lecturas de cuentos en los que varios alumnos no supieron interpretar el final.

El riesgo de las escuelas privadas es que los alumnos crean que con su pago es suficiente para pasar, y entonces se confían, no ponen atención o ni siquiera toman apuntes. El peligro es que las escuelas se lo crean y —además de pagar a los profesores hora-clase lo menos posible— quieran sólo cobrar colegiaturas sin exigir lo mínimo: tomar apuntes (y no contentarse con tomar una foto del pizarrón), disposición de aprender, cumplimiento con tareas y trabajos, y fomentar la creatividad evitando el plagio ("otros profes no nos dicen nada", dijo un alumno cuando le demostré su copypaste), para que el alumno no sea mediocre o crea que con suplicar al profe al final del cuatrimestre podrán aprobar la materia.

Al no haber examen de admisión en estas escuelas debería darse más atención a los alumnos, motivar la disciplina y el respeto al trabajo académico, con valores como honestidad y aprecio por el conocimiento. Al no haber examen de admisión a veces llegan alumnos con problemas psicológicos o familiares, con tendencia a drogas o suicidio, que requieren al menos de una cancha, una biblioteca, formación de valores.

Muchos alumnos no quieren leer, no saben. Llegan a la licenciatura sin apreciar el saber y, como dijo Borges, amar, soñar y leer no admiten el imperativo. Hay siempre casos contra los que no se puede luchar. Pero en cada grupo me he encontrado motivos de satisfacción, de personas que quieren aprender, disfrutar un buen libro, que, amorosos lectores, no buscan, encuentran. Y dice Borges también:
"Creo que el ejercicio de un profesor de literatura es hacer que sus estudiantes se enamoren de una obra, de una página o de una línea si quieren, es decir, que algo quede en su memoria, que algo siga viviendo en su memoria y ese algo pueda ser citado después con algún error, que es una secreta corrección".
A veces me encuentro a alumnos que me saludan con gusto, y me da gusto que casi siempre quienes me recuerdan, fueron los que se esforzaron, los mejores, los más creativos.

Feliz Día del Maestro a quienes me dieron clase, todos, pues de todos aprendí; a mis compañeros en cada escuela que he pisado; en fin, a los alumnos y docentes, esa bella minoría, que buscan mejorarse a sí mismos y mutuamente, poco a poco, en las pocas horas en que nos cruzamos en las aulas.

Gracias.

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