viernes, abril 08, 2016
Lo más excéntrico en la oferta de talleres literarios - Diego Erlan
Entre la abrumadora oferta de talleres literarios que hay en la ciudad me llega la información de uno cuyo maestro propuso darlo en unas cabañas de Traslasierra, experiencia que bautizó como “El Yoga del Escribir”. El fin de semana de carnaval, durante cuatro días, diez personas coordinadas por Pablo Schteingart asistieron a taller en ese lugar ubicado entre Mina Clavero y Merlo. “Algo tienen en común el yoga y el escribir”, dice Schteingart, “y es que ambos son recorridos interiores energéticos movilizadores”. A partir del teatro de Stanislavski, pedagogía Waldorf, juegos de rol y chakras, los asistentes escribieron en el río, practicaron el vegetarianismo, escucharon música meditativa hindú y se dedicaron a la introspección en las rocas del arroyo junto a los morteros de piedra ancestrales de los Comechingones en la ladera del Champaquí. Los que saben, dicen que la meditación es la aceptación de uno mismo. Bien. Hay que aceptar entonces que la escritura, a su vez, es una máquina de decepción.
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