miércoles, diciembre 30, 2015

Esencia de espectáculo, arte y cultura..., de Moisés Gámez

La consolidación del proyecto del Teatro de la Paz se da gracias a la iniciativa de Pedro Díez Gutiérrez, quien promueve la idea de crear un espacio teatral en 1883, que se vislumbra como el “Teatro del Comercio”. El proyecto tuvo poco impacto pero sirve de base para continuarse en 1889 por la nueva administración gubernamental, entonces en manos de su hermano Carlos.

El nuevo proyecto, en ese momento denominado extraoficialmente “Teatro Díez Gutiérrez”, se enfrenta a una severa crítica debido a la estrategia del gobierno para allegarse recursos financieros que sufragaran los costos de construcción, mediante la deuda externa, que conllevaría impactos en la administración del régimen porfirista.

El Teatro de la Paz se debe al arquitecto José Noriega, quien también diseña otros teatros en el país. El diseño remite al teatro italiano de ópera con la planta de herradura, nombre que recibe por la disposición curva de sus localidades. Fue inaugurado el 4 de noviembre de 1894, intencionalmente, por ser la fecha del onomástico del gobernador Carlos Díez Gutiérrez.

El nombre que recibe se deriva de la política porfirista de “Orden, Paz y Progreso”. El discurso oficial consigna valores del régimen de Porfirio Díaz, remitiendo ideales como la libertad, el respeto, y por supuesto, la paz, un logro del gobierno, base para “los portentosos adelantos del Estado”.

En su historia, el Teatro de la Paz fue materia de debate por la definición de un carácter “aristocrático” y elitista, contra uno de acceso a expresiones y manifestaciones consideradas de “baja cultura”, de cultura popular. Dicho debate permanecería a lo largo de su devenir; en algunos momentos de manera crítica y en otros más diluida en el contexto de la época. En ese tenor, surge la reflexión sobre la apertura de los espacios a las expresiones artísticas generadas en los diversos sectores sociales, en congruencia con el acceso a los bienes culturales.

En el marco de protestas por parte de los empresarios del espectáculo debido a los criterios utilizados para autorizar o censurar puestas en escena, del permanente y cada vez más crítico deterioro de las instalaciones del Teatro a causa del uso, el siglo xx muestra un programa más diversificado. Es interesante señalar que la prensa conceptúa, subraya y difunde la idea de una “época de oro” caracterizada por los espectáculos presentados en primeros años de funcionamiento del Teatro y los principios del siglo.

Se hacen evidentes renovadas estrategias publicitarias, un auge de las compañías de zarzuela, y el surgimiento de nuevos espectáculos, lo que indica mudanzas en la manera de pensar las diversiones públicas. Las nuevas formas de entretenimiento y el desuso en otras de corte “tradicional”, indican la aceptación de innovaciones en el divertimiento, una transformación o la acentuación de los gustos de la gente.

Durante el periodo revolucionario el Teatro de la Paz continuó con un programa variado de representaciones. Si bien es cierto que la Revolución impactó actividades económicas y sectores sociales en diversas partes del país, en la capital potosina se mantiene un interés por contar con las diversiones públicas; incluso se llegan a dar cancelaciones por una agenda saturada.

El debate sobre del Teatro en cuanto a su naturaleza “aristocrática”, elitista o de “baja cultura” vuelve y se vigoriza a mediados del siglo xx, entonces intensificada debido las ideas sobre la remodelación, reconstrucción, intervención o reinvención del Teatro, justo durante el periodo de Gonzalo N. Santos. Surge una acalorada discusión sobre la conveniencia o desgracia de cambiar la fisonomía interior del Teatro, que ciertamente goza de malas condiciones de mantenimiento que ponían en riesgo la salud y la seguridad del público y de los artistas.

El debate generado tiene algunas semejanzas con el hecho de la edificación del Teatro hacia la década de 1890, especialmente relativa a la manera de financiar las obras materiales. Las estrategias al final fueron diferentes.

De la reconstrucción se generan interesantes fenómenos que hay que resaltar, pues sobresale una discusión en torno a la valoración del patrimonio arquitectónico, cultural e histórico a partir de la crítica de artistas, escritores, políticos, periodistas y la sociedad. Destaca la argumentación que defiende mantener intacto el Teatro con base en criterios de conservación del patrimonio frente a la contundente y categórica política del régimen santista cuyo objetivo primordial es hacer una obra pública “extraordinaria” que fuera inaugurada al final de la administración. Al fin, una manifestación de poder.

El Teatro de la Paz de alguna manera define criterios y prácticas sobre las diversiones públicas, sobre los gustos de la sociedad. En ese proceso, el siglo XX conduce a replanteamientos y reflexiones sobre los espectáculos escenificados y los censurados, pues surgen instituciones que tienen una importante injerencia e impacto en apoyo a la creación, promoción y difusión de expresiones culturales y artísticas, que se suman a la oferta de ocio a partir de las iniciativas individuales y colectivas por medio de compañías de teatro, música, multimedia, y las de corte popular.

El panorama de finales del siglo XX se enmarca con la creación de festivales en la capital potosina que tienen como uno de sus escenarios predilectos el Teatro de la Paz; además de algunos otros como extensiones o que tuvieron su sede en la ciudad de San Luis Potosí. Así se cuentan el Festival de Danza Moderna, Festival Nacional de Danza Contemporánea, Festival Primavera Potosina, Concurso Internacional de Canto Operístico Oralia Domínguez, Festival de San Luis, Festival de Música Antigua y Barroca, Festival de Música Vernácula, Festival del Son, Temporada Teatral Otoño, Festival Musical Enrique Bátiz, entre otros.

A sus 120 años de vida, el Teatro de la Paz se ha posicionado como el escenario predilecto en la capital potosina, a pesar de que coexiste con otros de mayor capacidad y de una infraestructura moderna. La imagen del Teatro de la Paz está indudablemente asociada a una tradición, al sabor de la longevidad en las diversiones públicas, se constituye como la esencia del espectáculo, del arte y la cultura en San Luis Potosí.

(Fragmento del libro Esencia de espectáculo, arte y cultura: 120 años del Teatro de la Paz de San Luis Potosí, SC/Colsan, 2014)

No hay comentarios.:

Publicar un comentario