lunes, septiembre 07, 2015

Amor, amistad, sexo, placer - Michel Tournier

“La comparación entre amor y amistad se inclina primero a favor del amor. Frente a la pasión amorosa el vínculo amistoso parece ligero, insulso y poco serio. Y el amor se beneficia de varios milenios de celebración teatral, poética y novelesca. ¿Cómo podría la amistad evitar quedar mal en la comparación?

Pero cuando uno mira más de cerca, las ventajas del amor frente a la amistad son de una cualidad más que discutible. Una de las grandes diferencias entre ambos es que no puede haber amistad sin reciprocidad. No se puede sentir amistad por alguien que no siente amistad por uno. O es compartida o no es. Mientras que el amor, por el contrario, parece alimentarse de las desdicha de no ser compartido. El amor desgraciado es el principal resorte de la tragedia y la novela. «Amo y soy amado —decía el poeta—. Sería la felicidad si se tratara de la misma persona». Por desgracia, raramente se trata de la misma persona.

Hay otra diferencia aún más grave entre amor y amistad. Es que no puede haber amistad sin estima. Si nuestro amigo comete un acto que consideramos vil, deja de ser nuestro amigo. A la amistad la mata el desprecio. Mientras que el furor amoroso puede ser indiferente a la estupidez, a la cobardía, a la bajeza del ser amado.¿Indiferente? Incluso a veces se alimenta de toda esa abyección, como ávido, goloso de los peores defectos de la persona amada. Pues el amor también puede ser coprófago. 

Sin embargo, hay un dominio en el que el placer y la alegría se funden indisolublemente, es la sexualidad, y ello la hace incomparable. Pues el deseo sexual es un hambre del otro, y en muchos aspectos se parece a una pulsión canibalesca. El gusto violento por la carne del otro, su olor, los humores que secreta, tiene un tono claramente antropófago. Y cuando el sexo se queda a ese nivel, no está lejos de bascular hacia el sadismo. Pero ese impulso destructor es al mismo tiempo un acto creador, y el placer sexual se expande en la construcción de una vida en compañía. Pues el encuentro de dos personas que se aman inaugura una vida nueva, imprevista, incomparablemente más rica que la simple adición de sus respectivas cualidades.

(El espejo de las ideas)

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