domingo, julio 12, 2015

Fragmentos de un discurso barthiano (2)




«Lo íntimo quiere hablar dentro de mí. Quiere hacer escuchar su grito ante las generalidades y la ciencia.

»Fuera de la literatura en sí (a decir verdad, estas distinciones están quedándose caducas), la lingüística acaba de proporcionar a la destrucción del Autor un instrumento analítico precioso, al mostrar que la enunciación en su totalidad es un proceso vacío que funciona a la perfección sin que sea necesario rellenarlo con las personas de sus interlocutores: lingüísticamente, el autor nunca es nada más que el que escribe, del mismo modo que yo no es otra cosa sino el que dice yo: el lenguaje conoce un sujeto, no una persona, y ese sujeto, vacío excepto en la propia enunciación, que es la que lo define, es suficiente para conseguir que el lenguaje semantenga en pie, es decir, para llegar a agotarlo por completo.

»Si fuera escritor, y muerto, cómo me gustaría que mi vida se redujese, gracias a un biógrafo amistoso y sin prejuicios, a unos detalles, a unos gustos, a algunas inflexiones: podríamos decir "biografemas", cuya distinción y movilidad podrían viajar libres de cualquier destino y llegar, como los átomos epicúreos, a cualquier cuerpo futuro, condenado a la misma dispersión, una vida horadada en suma, como Proust supo escribir la suya en la obra.

»La intrusión, en el discurso del ensayo, de una tercera persona que no remite, sin embargo, a ninguna criatura de ficción, marca la necesidad de remodelar los géneros: que el ensayo confiese ser casi una novela: una novela sin nombres propios.

»Al hablar no estoy seguro de que busco la palabra justa, busco más bien evitar la palabra estúpida. Pero como siento cierto remordimiento por renunciar demasiado pronto a la verdad, me atengo a la palabra mediana.

»Se es ensayista porque se es cerebral. Quisiera escribir cuentos, pero estoy paralizado ante las dificultades que tendría al buscar una escritura para expresarme. [...] Toda la vida me ha apasionado el modo en que los hombres se hacen su mundo inteligible.»

»En cuanto un hecho pasa a ser relatado, con fines intransitivos y no con la finalidad de actuar directamente sobre lo real, es decir, en definitiva, sin más función que el propio ejercicio del símbolo, se produce esa ruptura, la voz pierde su origen, el autor entra en su propia muerte, comienza la escritura.»

Más por acá:
Blog de Enrique Vila Matas: La muerte del autor, por Roland Barthes.





No hay comentarios.:

Publicar un comentario