Pero yo sí lo soy. Quiero hablar del modo en que lo hacían en los días de la antigua Edo. Tomemos ese camino. Sí, debemos determinar, mi querido lector, si este camino a través del cual te voy a conducir a los lugares frecuentados por la Pandilla Escarlata es el mismo camino en el que, según se dijo, en los viejos días de los emperadores Manji y Kanbun, hombres vestidos de blanco, en caballos blancos, con espadas enfundadas en vainas blancas, sobre sus hakama de cuero blanco, iban de un lado a otro del mal afamado barrio de Yoshiwara mientras cantaban obscenas canciones Komuro bushi...
Supongamos ahora que son más de las tres de la mañana y que hasta los vagabundos están profundamente dormidos, y yo estoy aquí, caminando por los jardines del templo Sensō con Yumiko. Hojas muertas de ginkgo caen al suelo y oímos el cacareo de los gallos...
(Inicio de La pandilla de Asakusa, Seix Barral, 2014)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario