lunes, septiembre 15, 2014

Arte de escribir - Adolfo Bioy Casares

"Alguna vez pensé escribir un «arte de escribir». Antes de escribir bien, quería escribir una teoría de cómo escribir bien. Tengo una serie de recetas, a las que no siempre recurro, ya que acaso tenga la insolencia de una persona que ha escrito mucho, y que se larga de todos modos, a lo mejor equivocándose, aunque hay en mí mayor confianza de la que tenía antes. Soy partidario de «empezar las cosas más o menos en el medio de la acción», como decía Horacio. Creo que todo el mundo debiera leer de vez en cuando la Epístola a los Pisones, ahí está casi todo lo que hay que saber; aunque haya cosas que no sirvan, siempre quedará un remanente. In media res, no empezar con los antecedentes del asunto, hay que empezar pronto y tal vez con una primera frase no demasiado corta, como si fuera una especie de lazo que lleve al lector hacia adentro. Los personajes deben ser reconocibles uno del otro, si uno se llama «Ester», es mejor que el otro no se llame «Esteban»; son pequeñas cosas. Creo que las unidades existen, cuanto más comprimido sea todo, más fuerza tiene el relato. Si se trata de contar una historia que sucede en poco tiempo es mejor que no pase en demasiados lugares, que la acción sea esencialmente una, todo eso ayuda. No le diría a nadie —porque no me lo digo a mí mismo— que no se pueden probar otras cosas, pero en definitiva lo que da más resultado y lo más prudente, es eso...

"Creo que en la opinión de la gente sobre los libros contemporáneos, nadie se atiene a su propio juicio sino al prestigio del consenso.  […] Por estas cosas se cometen toda clase de injusticias, se admira a los admirados, se hunde a los hundidos. Aunque de vez en cuando alguien piensa que conviene levantar a un hundido. Sucedió con Roberto Arlt, con Horacio Quiroga, con Gombrowicz, con Faulkner. Hay una serie de autores que son inexpugnables, admirados por todo el mundo, y a mí nunca me han atraído. Siempre he querido aplicar mi juicio con entera libertad de las opiniones ajenas...

"Con los libros clásicos el asunto es mucho más difícil, el hecho de que el consenso esté con un libro, hace que ese libro sea el centro de una tradición y de una literatura. Por ejemplo, Wells dice que si escucháramos los versos de La Odisea cantados por Homero, nos parecerían los versos de un payador de segunda. Desde luego, él no usa la palabra «payador», pero es la idea que da en un comentario que hace en contra de los clásicos griegos. Pero ¿puede uno rechazar La Odisea cuando alrededor de ella hay cantidad de excelente literatura? Esa es la actitud que yo quiero tener con los contemporáneos. Me resulta bastante más difícil con los clásicos, con Dante, por ejemplo, Borges señala con inteligencia que el Infierno de Dante quiere ser muy terrible y sin embargo nunca es tan terrible el infierno que muestra. Esa es una especie de fracaso de Dante, pero los versos son tan lindos, y hay tantas cosas en ellos, que no nos importa...

"Me parece que cada uno tiene que ser respetuoso de su propio criterio, y desarrollarlo. ¿Qué somos los escritores? ¿Por qué vamos a ofrecer nuestros libros, y ser eco de todos los movimientos, que hay? ¡Entonces son libros de corderos, de ovejas! Un escritor es, precisamente, lo contrario de eso..."

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