miércoles, octubre 09, 2013

Página 42: El beso de la mujer araña (Manuel Puig)

—Que me da lástima porque me encariñé con los personajes. Y ahora se terminó, y es como si estuvieran muertos.

—Al final, Valentín, vos también tenés tu corazoncito.

—Por algún lado tiene que salir... la debilidad, quiero decir.

—No es debilidad, che.

—Es curioso que uno no puede estar sin encariñarse con algo... Es... como si la mente segregara sentimiento, sin parar...

—¿Vos creés?

—... lo mismo que el estómago segrega jugo para digerir.

—¿Te parece?

—Sí, como una canilla mal cerrada. Y esas gotas van cayendo sobre cualquier cosa, no se las puede atajar.

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