jueves, octubre 17, 2013

La escritura - Ernesto Lumbreras

(el furor)

Pasé la noche sin decirte nada.
Bueno, te dije: niebla en el jardín,
queriéndote decir: aquí las nubes
pesan mucho, mejor pedir un toro
en un campo de trébol.
Sí, mejor
prender fuego a tu casa cuando vuelvo
de la resurrección o del otoño.


(campo de trébol)

Un dolor incandescente cae en tu arroyo zarco. La herida es también un pensamiento. Duele así tu escritura: sol sobre la hierba donde una flor asoma. Quien se mira en tu sangre es el otoño. Yo deseo la luz muerta de una herradura bajo el agua.


(el misterio)
Yo no tenía palabras que ofrecerte.
Tenía sí, un jarrón chino con rosas,
la alegría de un bosque sin senderos,
mucho sol en los ojos y un deseo
como de pisar lumbre.
Me pesaba
tu hablar sin santo, sórdido, con pájaros
saqueando un granero de cebada,
día y noche, hasta su última semilla.
Me faltaban vocales para verte
correr tras el invierno.

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