Aunque trataba de ignorarla, cada noche se fue acercando más. Me hablaba de música, de ciertas lecturas y películas cursis. Murmuraba algo sobre puntos suspensivos, no quería que le dijera nada y que me dedicara a escribir. Así construimos el rito en que a esta hora me siento a leer y a echar a perder papel y telas en busca de colores que ya no existen, con formas que sólo ella adivina en medio del desierto. Reinventamos las noches, alejados de todo y cada vez más juntos.
La soledad me ha domesticado.
Acompáñate un poco Roque ;) (Lo tomaré prestado)
ResponderBorrarGracias Maryú. Solo con mi soledad, dice la canción. :)
ResponderBorrarCuando uno disfruta su soledad, realmente uno aprendio a ser feliz... =) Nedy
ResponderBorrarY creo que nuevamente tomaré prestado ¡me encantó! (como siempre)
ResponderBorrarSaludos afectuosos. Abrazos.
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