Esta tarde la pasé con mi tocayo, Alexander Search, a quien había buscado durante mucho tiempo, por el nombre y su obra, por referencias personales, porque nacimos el mismo día en años distantes. Todo un personaje, por cierto: no podría describirlo, es como varios seres a la vez, parece muy joven pero su amargura raya en la locura, lo cual disfruta y hace disfrutar, calificando de locos a todos los "hombres sensatos". Mi pobre inglés no limitó el intercambio de lecturas y de tristezas, porque los sentimientos son los mismos en todos los idiomas. Habló pausado, escuchó de mi amor platónico y hasta me justificó, aunque su epitafio dirá, dijo, que rechazó el amor. Coincidimos en que el nombre no interesa, que aquí es igual a ahí. Hace mucho que no escribe ("hay que dejarle la pluma a otras personas", sonrió) pero me regaló su libro, que releo a esta hora, bajo la mirada del reloj, "a madman mad with a word-obsession, sorrowfully lone":
«I love my dreams», I said, a winter morn,
To the practical man, and he, in scorn,
Replied: «I am no slave of the Ideal,
But, as all men of sense, I love the Real.»
Poor fool, mistaking all that is and seems!
I love the Real wheN I love my dreams...
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