lunes, abril 23, 2012

Lectores profesionales - José Kozer

Detesto a los lectores profesionales, que salvo honrosas excepciones son unos cabrones, unos creídos, unos verdaderos hijos de puta, los seres más cobardes que he conocido en mi vida, unos lameculos y a veces, peor que los poetas. Hay que leer como los ciegos, hay que leer no literaria sino poéticamente, leer jodiéndose, dando tumbos, arrastrándose , no entendiendo; y leer convirtiéndose, convirtiéndose constantemente: en el Idiota, en el príncipe Mishkin, o en San Manuel Bueno; o leer a la Bovary para que (también) se te pare la pinga, se te empine. No concibo a estos literatos que leen y no se les empina. Yo leí a D. H. Lawrence en una ocasión con una erección de unas 350 páginas y así quiero seguir leyendo, siempre: con la pinga parada poéticamente, hacia Dios, hacia la muerte, hacia mi muerte y la muerte (atroz: la peor) de mis seres queridos, de los amigos bienamados, los amigos sin la garantía de la bienaventuranza. En ese lector pienso con exclusividad: en el que me leerá y se le empinará el mandado; o se me acercará a lo sutil que di de mí, hacia lo lateral que de mí entregué, porque lo vi, porque lo reconocí, yo y no otro, yo igual que otro.

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