martes, julio 13, 2010

Las cantinas según Armando Jiménez

“En la época prehispánica existían expendios de pulque cercanos al Templo Mayor. Con la llegada de los españoles ellos trajeron otras bebidas y crearon lugares donde se podía beber de pie. Más adelante, en 1872, se creó un reglamento para las cantinas y la licencia número uno se otorgó a la cantina El Nivel, que está en la esquina de Seminario y Moneda en el Centro Histórico. La expidió el entonces presidente de la república, Sebastián Lerdo de Tejada. Ahora El Nivel es la cantina más antigua de las que sobreviven. Es tan famosa que cuando un turista pregunta por la Catedral o el Palacio Nacional le indican que están a un costado de El Nivel”.

“En 1982 el presidente López Portillo decretó que las mujeres podían entrar a las cantinas. Para los machistas fue un golpe demoledor, perdimos la oportunidad de contar chistes colorados y el duelo de albures en voz alta, hágame usted el fabrón cavor.
A partir de ahí desaparecieron la rifa de pollos rostizados, los toques eléctricos, las ruidosas sinfonolas, los músicos cantarrecio, las vencidas o pulso y otras diversiones.

“La cantina clásica consta de un mostrador con superficie lisa para lanzar la opa o el tarro de cerveza, a ese mostrador se le llama barra, debido a que en la parte inferior existe un tubo para descansar el pie. Hay muchos parroquianos que prefieren beber de pie para conversar con el cantinero, que casi siempre es muy ducho en todos los temas y conocedor de borrachos y gorrones de todos calibres. Detrás de esa barra cuenta con un espacio por donde circulan los cantineros y atrás está la contrabarra, un mostrador donde se exhiben los licores con que cuenta cada cantina”.

(fragmento de la entrevista publicada en la revista Generación)

1 comentario:

  1. ¡Ay!, si las barras de las cantinas hablaran... No quiero ni pensar las cosas que nos contaría la de El Nivel.
    Bonito post.
    Siempre me enseñas algo nuevo. Gracias.

    ResponderBorrar