El placer sexual no es metonímico: una vez tomado, se le corta: era la Fiesta, siempre cerrada, por suspensión temporal, vigilada, de lo prohibido. La ternura, por el contrario, no es más que una metonimia infinita, insaciable; el gesto, el episodio de ternura (el acorde delicioso de una velada) no puede interrumpirse sino con aflicción: todo parece puesto en duda: retorno del ritmo —vritti—, alejamiento del nirvana.
martes, mayo 04, 2010
ternura
Este martes comienza el curso Erotismo y literatura, en la UASLP, cuatro días de paseo con Mishima, Nabokov, Fowles, Clavel, Carroll, Sade, Masoch, Glantz, Luna, Rojas y muchos amigos más. De entre las lecturas encomendadas comparto esto de Fragmentos de un discurso amoroso, de Roland Barthes:
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Maravillosa definición de la ternura, tal vez como contrapunto del sexo. Me pregunto ¿qué es más prescindinble, el sexo o la ternura? Indudablemente, el sexo. Pero pocos lo han comprobado.
ResponderBorrarSiempre nos traes textos interesantes.
Un abrazo.
Gracias por la visita y los comentarios. En lo posible, no me gustaría prescindir de ninguno de los dos, porque son parte de un todo. Pero sí, la ternura se puede demostrar en todas partes, con un abrazo, un beso o un apapacho.
ResponderBorrarAbrazos ternurosos.
¿qué va de Mishima? :D
ResponderBorrarDe Mishima veremos "Confesiones de una máscara" y de Kawabata "La casa de las bellas durmientes".
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