martes, marzo 30, 2010

Pecados (contra la palabra, entre otros)

Tomado de La prohibición de mentir, de Sergio Pérez Cortés, del que ya habíamos comentado un poco. Otra vez ahí va la burra al trigo, van a decir, pero me llama la atención la mentira como negación de la realidad, la palabra como don ("os hará libres") y como pecado.

"La mentira es siempre un pecado derivado, pero con antepasados ilustres. Así, Casiano, cuya lista de ocho "vicios principales" incluía la glotonería, la fornicación, la avaricia, la ira, el abatimiento, la languidez, la vanagloria y el orgullo, hace de la avaricia la madre de la mentira, el perjurio y el falso testimonio, mientras deriva las obscenidades, groserías y palabras estúpidas de la fornicación. Gregorio el Grande, cuya clasificación en siete pecados capitales obtuvo una merecida celebridad, hace derivar la mendacidad y la maledicencia de la envidia, y coincide con Casiano en que a la ira debe cargársele la maternidad de las ofensas, el engaño y la blasfemia. En algunos momentos, los pecados de la palabra llegaron a ocupar los puestos de privilegio en el orden del mal: éste es el caso de la locuacitas, tendencia hacia el pecado manifestada en una efusión estúpida de palabras, que a su vez expresa la ligereza interior en que descansa la vanagloria..."

Si gustan un poco más de estos temas pásenle al blog de Francisco Arriaga, donde encontarán mucho en qué pensar (además de música).

4 comentarios:

  1. Como ya dije en alguna ocasión, creo, en este blog, de todos los "pecados" del hombre, el que más detesto es el de la mentira. También me odio a mí misma cuando caigo en esta odiosa trampa. Mentir me parece la peor de las cobardías. La palabra define al ser humano, para bien y para mal. Todo lo que sale por la boca ha de nacer del corazón.
    Un abrazo.

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  2. Los cátaros, aquellos "herejes" que creían en la dualidad maniquea, y que consideraban a la materia como representación del mal, establecieron como una regla a seguir (para garantizar la salvación) el "abstenerse de escuchar discursos impuros", justamente porque las palabras y los discursos estúpidos envenenan la parte divina del ser humano: el alma.

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  3. Interesante entrada.
    ¿Quién es quien dicta si algo es pecado ó no?
    Quizás sólo quienes han pecado saben hablar de él. La iglesia sobre todo debería de lavarse la boca antes de hablar a sus feligreses del pecado.
    Es mi opinión.
    Un saludo.

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  4. Las mentiras del gobierno, de la Iglesia, de las instituciones sí son malas porque como dice vienen de la avaricia (poder), y van dirigidas a las masas. Pero a nivel individual no hay nadie que no haya mentido algunas decenas de veces, nadie, porque hasta las mentiras blancas lo son. ¿Quién le diría a un niño que tiene cáncer y que va a morir, cuando éste le pregunta si se va a curar pronto?
    ¿Quién diría que su hermano es mafioso si le preguntaran? ¿Y el infiel dice la verdad cuando lo encara el ser que ama? Las mentiras son necesarias para la supervivencia y mantienen vivo el ingenio. Es más pecado no decir ninguna. Eso sí, el falso testimonio es aberrante, por endilgar malas acciones a otros, es no tener pantalones, sin embargo, cuando se dice una cosa buena de alguien aunque no sea cierta, puede que esa mentira hasta le haga creer en sí mismo a ese a quien se refiere.
    Digan que no escribí esto cuando me excomulguen. =) Saludos!

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