jueves, marzo 25, 2010

MJ Othón en Los detectives salvajes

En busca de datos sobre Manuel José Othón encontré este fragmento de Los detectives salvajes, de Roberto Bolaño, en el blog Algún día en alguna parte, y que transcribo por las recientes polémicas aquí y en otros lares sobre géneros literarios y humanos (literatura femenina, regional, potosina, juvenil, gay, etc.) y su grado de validez. Las clasificaciones son finalmente arbitrarias, válidas para organizar o con propósitos de análisis, pero cada quien que haga uso de los adjetivos como vea a su objeto de estudio o a los demás (o quiera autodenominarse, que lo hay y es muy válido aunque en ocasiones sea risible). El tema se presta para muchas horas de tejer y destejer, que ya estoy tejiendo, saben que me encanta y por mientras los dejo con algunos personajes de Bolaño:

Desperté en casa de Catalina O’Hara. Mientras desayunaba, muy temprano (María no estaba, el resto de la casa dormía), con Catalina y su hijito Davy, a quien tenía que llevar a la guardería, recordé que la noche anterior, cuando ya sólo quedábamos unos pocos, Ernesto San Epifanio dijo que existía literatura heterosexual, homosexual y bisexual. Las novelas, generalmente, eran heterosexuales, la poesía, en cambio, era absolutamente homosexual, los cuentos, deduzco, eran bisexuales, aunque esto no lo dijo.
Dentro del inmenso océano de la poesía distinguía varias corrientes: maricones, maricas, mariquitas, locas, bujarrones, mariposas, ninfos y filenos. Las dos corrientes mayores, sin embargo, eran las de los maricones y la de los maricas. Walt Whitman, por ejemplo, era un poeta maricón. Pablo Neruda, un poeta marica. William Blake era maricón, sin asomo de duda, y Octavio Paz marica. Borges era fileno, es decir de improviso podía ser maricón y de improviso simplemente asexual. Rubén Darío era una loca, de hecho la reina y el paradigma de las locas.
—En nuestra lengua, claro está —aclaró—; en el mundo ancho y ajeno el paradigma sigue siendo Verlaine el Generoso.
Una loca, según San Epifanio, estaba más cerca del manicomio florido y de las alucinaciones en carne viva mientras que los maricones y los maricas vagaban sincopadamente de la Ética a la Estética y viceversa. Cernuda, el querido Cernuda, era un ninfo y en ocasiones de gran amargura un poeta maricón, mientras que Guillén, Aleixandre y Alberti podían ser considerados mariquita, bujarrón y marica, respectivamente. Los poetas tipo Carlos Pellicer eran, por regla general, bujarrones, mientras que poetas como Tablada, Novo, Renato Leduc eran mariquitas. De hecho la poesía mexicana carecía de poetas maricones, aunque algún optimista pudiera pensar que allí estaba López Velarde o Efraín Huerta. Maricas, en cambio, abundaban, desde el matón (aunque por un segundo yo escuché mafioso) Díaz Mirón hasta el conspicuo Homero Aridjis. Debíamos remontarnos a Amado Nervo (silbidos) para hallar a un poeta de verdad, es decir a un poeta maricón, y no a un fileno como el ahora famoso y reivindicado potosino Manuel José Othón, un pesado donde los haya. Y hablando de pesados: mariposa era Manuel Acuña y ninfo de los bosques de Grecia José Joaquín Pesado, perennes padrotes de cierta lírica mexicana.

8 comentarios:

  1. Con razón, Neza, tan florido.
    Prefiero la novela, y conste que no soy homofóbica.
    ¡Felices vagacones!

    ResponderBorrar
  2. Mmm... apuesto a que mucha gente que lee ese fragmento dice "¿Potosino? ¿qué Potosí no estaba en Bolivia o Perú?" XD

    ResponderBorrar
  3. ¡Jesús! Estoy en un pasmo. Pero ¿se puede saber qué absurda clasificación del arte literario es esta?
    El arte no tiene sexo, nace del espíritu, no del hombre, la mujere o lo que fuere. Cualquier parecido con cualquiera de los géneros es fruto de la imaginación.
    Mi última novela está escrita en primera persona por el protagonista, un judío ortodoxo. ¿Este hecho me convierte a mí en hombre y judío? Pues yo me siento muy mujer y cristiana.
    Saludos.

    ResponderBorrar
  4. vaya que me has hecho pasar un buen rato, estimado Alexandro.


    gracias por tan acertada y curiosa definición.


    y de lo que dice Mercedes... IMHO los judíos son cristianos 'por eliminación'.

    ResponderBorrar
  5. Blanca:
    Como dicen los que saben, no importa el género sino el amor, je.
    Pásala bien, saludos.

    AR

    ResponderBorrar
  6. Lupita:
    Pues sí, al blog llega mucha gente de Bolivia buscando literatura potosina, y en lugar de su Potosí se encuentran con la de San Luis Potosí.
    Antes se nos decía saluisenses o potosinenses, pero ya se quedó el potosinos sin más.
    Von voyage!

    ResponderBorrar
  7. Mercedes:
    Es una clasificación absurda, precisamente, desde un personaje homosexual de una novela. Es un buen ejemplo de que hay muchas clasificaciones y como bien señalas lo que importa es la calidad.
    Esto vino a colación porque doy literatura regional como materia escolar, y hace poco di una conferencia sobre literatura femenina, y no se trata de sesgar o minimizar a nadie con estas clasificaciones, sino usarlas como formas de aprehender ciertas realidades.
    Un abrazo.

    ResponderBorrar
  8. Francisco:
    No he leído Los detectives salvajes pero con este fragmento que tanto me hizo reír ya me convencí de incluirla en mis próximas lecturas.

    Espero nadie esté pensando en calificarme desde ahorita. Se me hace que ni le atinarían. Que las respuestas las busque mi hagiógrafo.

    Salud.

    ResponderBorrar